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Acodos Aéreos de Higuera Blava y Sevillana

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Ayer, mientras estábamos trabajando en el jardín,  a mi jardinero Llorenç se le ocurrió la brillante idea de utilizar la fibra que producen las palmeras canarias entre la base de sus palmas como sustrato para hacer acodos aéreos. A mí me pareció una idea muy interesante y dado que sólo tengo un ejemplar de higuera de la antiquísima variedad mallorquina llamada Blava decidimos hacer dos acodos en dos de sus ramas colgantes con la finalidad de obtener dos nuevas higueras, una para Llorenç y otra para mí. En este enlace podéis leer el artículo que escribí sobre ella en la variante mallorquina del catalán: Figuera Blava: 500 anys després va tornar a Mallorca.

Esta rama fue una de las dos escogidas para transformarla en un nuevo árbol. En el punto señalado con la flecha roja se procede a hacer dos cortes paralelos en la corteza separados entre uno y dos centímetros.

 Los dos cortes paralelos ya realizados rodeando toda la rama. 

El paso siguiente consiste en cortar el anillo con un corte transversal, procediendo a continuación a despegar la corteza.

Detalle del corte.

Una vez despegado el anillo de corteza queda expuesto el cambium. Algunos entendidos en este curioso método de reproducción vegetativa raspan el cambium para evitar que forme una nueva corteza y otros le aplican hormonas enraizantes. En el caso de los acodos aéreos de las higueras ninguno de los dos procedimientos es necesario. Una vez quitado el anillo de corteza simplemente se rodea con algún sustrato: tierra vegetal, esfagno, turba, fibra de coco, etc... o en el caso que nos ocupa fibra de palmera canaria.

Como no disponíamos de bolsas de plástico grandes y transparentes cortamos un gran trozo de film de cocina al que superpusimos otra capa para que fuera más consistente y colocamos encima una buena cantidad de fibra húmeda de palmera. 

 Detalle de la fibra.

 Con la fibra montada sobre el film rodeamos el anillo descortezado como si fuera un emplasto o una tirita gigante. Lo atamos por ambos extremos para que quedase herméticamente cerrado y luego le dimos varias vueltas de cuerda o rafia apretando para que la fibra contacte íntimamente con la herida de la corteza.

A continuación se cubre con algún material opaco: papel de aluminio, papel de periódico, plástico oscuro, etc... Se trata de aislar las futuras raíces de la luz del sol.  Nosotros lo rodeamos con papel de aluminio.

 
 Como se puede ver en este acodo aéreo que hice hace años a una rama de Litchí, cada semana o como mucho cada quince días se le inyecta agua con una jeringuilla intramuscular para mantener húmedo el sustrato.

En esta imagen podéis ver dos acodos aéreos que hicimos hace dos meses y medio a dos ramitas de mi única higuera sevillana cuya madre crece junto a la Torre del Oro con la raíces sumergidas en el lodo del Río Guadalquivir. En este enlace podéis leer el artículo que escribí sobre ella: Higuera sevillana, del Guadalquivir a Mallorca.

Tras retirarles el papel de aluminio quedaron expuestas las numerosas raíces que habían emitido por encima del anillo.
 
Llorenç sujetando las dos nuevas higueras sevillanas tras separar ambos acodos de su madre con un corte limpio por su parte inferior.

Eran dos ramitas y ahora son dos higueras.

La maraña de nuevas raíces se transparenta a través del plástico.

 Algunas raíces son especialmente gruesas.

Detalle de las raíces tras quitar la bolsa de plástico.

Ya sólo resta sembrar el nuevo arbolito en una maceta, regarlo abundantemente y colocarlo en un lugar con mucha luz pero sin sol directo. Es frecuente que se le caigan todas las hojas a los pocos días, pero al mismo tiempo empieza a brotar hojas nuevas.




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