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Árbol de Júpiter, un regalo de Asia.

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El Árbol de Júpiter, de nombre científico Lagerstroemia indica, es un arbusto caducifolio muy utilizado en jardinería por su gran belleza que puede llegar a alcanzar dimensiones arbóreas. Soporta heladas ligeras, le gusta vivir a pleno sol y prefiere suelos húmedos bien drenados con un ph entre neutro y ácido, vegetando mal en terrenos alcalinos y resecos. Su corteza perlada con aspecto de porcelana fina compite en belleza con su floración espectacular. Recomiendo ampliar las fotos con un doble click.

El Árbol de Júpiter del Jardín Botánico de Sóller, situado en plena Serra de Tramuntana de la isla de Mallorca, es para mí la planta más bonita y espectacular del jardín. Dado el lento crecimiento de esta especie arbórea de la familia de las Lythraceae, yo le calculo una edad superior a los 100 años. Lo conozco desde hace unos 30 años y desde entonces ha crecido poco, como mucho unos centímetros en grosor del tronco, que actualmente supera los 40 cm. El sistema radicular también se ha hecho más visible, más llamativo, más espectacular.

Sistema radicular, tronco y ramas principales del ejemplar anterior. Linneo lo describió para la ciencia y le dio el nombre del  naturalista sueco Magnus von Lagerstrôm quien le hizo llegar varios ejemplares de China e India.
 
 El mismo Árbol de Júpiter visto desde otro ángulo. Es originario de China, aunque lleva muchos siglos cultivándose como ornamental en toda Asia tropical y subtropical. Fue introducido en Europa en el año 1747.

Punto de bifurcación de las ramas. Además de su hermoso nombre de Árbol de Júpiter también se le llama Estromelia, Reina de las flores, Crespón y Lila de las Indias.

Cada año renueva su finísima corteza, cayendo en forma de láminas o grandes escamas en distintas etapas, lo que le confiere tres coloraciones a la vez que van desde el marrón grisáceo de la corteza recién desprendida, pasando por un marrón limpio, que se va clarificando con el paso del tiempo, terminando en un beis casi blanco en la corteza más vieja que acaba desprendiéndose al cabo de unos meses. Las tres coloraciones combinadas y vistas desde lejos le confieren un aspecto perlado de porcelana fina, que en algunos cultivares puede lucir tintes rosados.

Ramas desnudas del Árbol de Júpiter a principios de febrero.

Las ramas se van dividiendo siguiendo la Secuencia matemática de Fibonacci.

 Floración espectacular del Árbol de Júpiter del Jardín Botánico de Sóller.

 Las flores se abren en panículas en el extremo de los tallos desde principios hasta finales del verano y son muy duraderas.

Árbol de Júpiter de 25 años de edad que conseguí a partir de una estaca de unos 30 cm de longitud y unos 2 cm de grosor sembrada directamente en el suelo. Enraizó enseguida sin problemas, aunque su crecimiento es tan lento que después de todos estos años su tronco no supera los 5 cm de diámetro.

La belleza luminosa de sus pétalos rizados es insuperable. Aunque su color más frecuente es el rosado intenso también existen ejemplares de flores rojas, blancas, malvas, purpúreas y carmesíes.

 Los capullos florales son redondeados y rojos. Cada flor cuenta con 6 pétalos muy rizados. El androceo está compuesto por numerosos estambres dimórficos, entre 36 y 42, que son filamentosos y largos con anteras amarillo-rojizas los exteriores y más cortos y agrupados con anteras intensamente amarillas los centrales. El gineceo está formado por un largo pistilo que sale del ovario que cuenta con seis compartimentos o lóculos.

Los frutos son cápsulas globosas y negras.

Fruto vacío tras la dispersión de sus numerosas y diminutas semillas aladas, que son tóxicas. Se aprecian muy bien los seis lóculos o compartimentos.

Visión lateral del fruto anterior.

Bellísimo árbol de Júpiter a principios de mayo en un jardín público al lado del Río Guadalquivir a su paso por Sevilla.

Otra Lagerstroemia indica sevillana cerca del ejemplar anterior.

En jardinería este arbusto se suele reproducir por estacas enraizadas, por acodo aéreo y las variedades selectas y los híbridos entre Lagerstroemia indica y Lagerstroemia faueri por injerto. También se pueden sembrar las semillas, pero por su lento crecimiento las plantitas que nacen de ellas tardan muchos años en florecer.



Injerto de Kiwiño aurofértil sobre Kiwi macho.

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El Kiwiño, Actinidia arguta, es una liana trepadora prima hermana del kiwi, Actinidia chinensis, cuyos frutos carecen de la típica vellosidad aterciopelada de los kiwis recubriendo su exocarpio. Son también mucho más pequeños aunque igual de sabrosos y ricos en vitamina C y antioxidantes. Se pueden comer tal cual sin pelar, como si fueran un bombón. 

Kiwiño autofértil, capaz de autofecundarse con su propio polen.

El Kiwiño, al igual que el Kiwi, es dioico, con plantas macho, cuyas flores presentan estambres bien desarrollados y un pistilo atrofiado y plantas hembra, con sus flores con un gran pistilo femenino muy desarrollado y los estambres atrofiados. Sin embargo, mediante ingeniería agronómica se han seleccionado cultivares cuyas flores presentan a la vez estambres y pistilo bien desarrollados, capaces de autopolinizarse a si mismas.

En esta foto de una flor de Kiwiño se ve muy bien el pistilo con el estigma estrellado como los radios de una rueda de bicicleta y más profundamente una corona de estambres con las anteras cargadas de polen fértil. Si las abejas se olvidan de visitarla, el propio polen se encarga de autofecundarla.

Unos pocos días después el ovario empieza a desarrollarse.

Uno de los kiwiños anteriores con los restos medio secos del estigma estrellado.

Dos kiwiños ya maduros a finales de noviembre. La liana ha extendido sus sarmientos sobre una chumbera, Opuntia amyclaea, que me traje de Medina Sidonia.

Hoy sábado mientras me desperezaba de madrugada todavía en la cama se me ha ocurrido injertar mi Kiwi macho (que me vendieron como hermafrodita y resultó ser 100% macho) con estaquitas de mi Kiwiño autofértil. He hecho dos injertos de Hendidura plena doble y dos de Hendidura lateral subcortical. Aquí tenéis las imágenes y la explicación:


INJERTO DE HENDIDURA LATERAL SUBCORTICAL


Con un cuchillo de injertar se hace un corte descendente en forma de lengüeta en la corteza de un sarmiento del patrón.

Se preparan dos estaquitas de Kiwiño con una o dos yemas realizándoles un corte en bisel por ambos lados.

Se colocan en el corte en lengüeta, procurando que la corteza externa del corte en bisel de ambas estaquitas se alinee perfectamente con la corteza del patrón.

Detalle de la colocación de las estaquitas.

A continuación se atan fuertemente con una cinta de injertar tipo Borrull o similar.

Detalle de como quedan las dos estaquitas recién injertadas.

A continuación se embadurna el extremo de cada estaquita con pasta de injertar tipo Arbokol para evitar que pierdan agua por la herida.

Y finalmente se rodea todo el injerto con film transparente de cocina para que las estaquitas se mantengan húmedas  y no se deshidraten, mientras se va formando la unión del cambium del patrón con el cambium de las estaquitas y éstas empiezan a recibir agua y nutrientes. Pasadas unas semanas ya se puede retirar el film y cuando las yemas del injerto empiecen a brotar también se puede retirar la atadura.


INJERTO DE HENDIDURA PLENA DOBLE


Se poda un sarmiento del patrón con un corte limpio.

Con el cuchillo de injertar se parte por la mitad con un corte de varios centímetros.

Detalle del corte de hendidura.

Se introducen las dos estaquitas en el corte procurando que la corteza externa de cada estaquita contacte y se alinee perfectamente con la corteza del patrón.

Las dos estaquitas ya introducidas en el corte de hendidura.

Otra imagen del injerto de hendidura plena doble.

Detalle de las dos estaquitas con una yema cada una.

A continuación se atan fuertemente con una cinta de injertar.

El injerto queda perfectamente atado y sellado.

Se embadurnan los extremos de las dos estaquitas con masilla de injertar.

Detalle del sellado de los extremos de las estaquitas para evitar la pérdida de agua.

Como en el caso anterior se procede a rodear el injerto con film de cocina.

Ahora sólo queda esperar a que se produzca el milagro y se fusionen los dos cambiums. Os mantendré informados.

¡Deseadme suerte, amigos!



El patriarca del Barranc de Biniaraix

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Hacía tiempo que a mi amigo Llorenç, un gran profesional de la agricultura y la jardinería, le hacía ilusión ver el monumental madroño varias veces centenario que crece en un silencioso y umbrío bosque de cuento de hadas, en la espesura de un tupido encinar, con las raíces ancladas en el lecho del torrente que recorre el abrupto y bellísimo Barranc de Biniaraix, un lugar de ensueño, un remanso de paz ubicado en la aldea del mismo nombre en plena Serra de Tramuntana de Mallorca.
El sábado por la tarde decidimos que el domingo sería un buen día para hacerle una visita. Según AEMET el día estaría nublado pero no se anunciaban lluvias. 


Dejamos mi pequeño Hyundai en las afueras de Biniaraix cerca del tramo de torrente que baja del barranco y se dirige hacia Sóller. (Recomiendo ampliar las fotos con un doble click para apreciar mejor los detalles)

Tras atravesar a pie la pequeña y entrañable población de Biniaraix nos encontramos con el edificio restaurado de un antiguo lavadero público.

El jardín que lo circunda es un calco de los bancales de olivos de las laderas montañosas que rodean esta idílica aldea que hace 800 años era una alquería mora. Su nombre Biniaraix es de un inequívoco origen árabe andalusí, Ibn Araix (Tierras de los Araix).

El lavadero está cubierto por una sólida techumbre de vigas de madera de acebuche y tejas de arcilla cocida.

 Detalle de "Ses rentadores de Biniaraix".

Mi amigo Llorenç iniciando la subida al barranco.

 Un servidor.

En los muros de piedra seca de los bancales abunda el helechito endémico Asplenium majorium.

Numerosas cascadas se suceden durante todo el trayecto.

 A la derecha se levantan las cimas de Es Cornadors. El más elevado, Es Cornador gran, alcanza los 1009 msnm.

El camino empedrado fue bellamente restaurado hace años por bancaleros profesionales.

Dos plantas típicas de las montañas de la Serra de Tramuntana de Mallorca. A la izquierda el endémico Astragalus balearicus y a la derecha una joven Euphorbia dendroides.

Detalle del Astragalus balearicus anterior con su típico crecimiento en forma de cojinete de monja cubierto de espinas para protegerse de la depredación de los herbívoros.

Numerosos árboles y arbustos crecen enraizados en el lecho del torrente.

Los olivos son el cultivo arbóreo predominante en las laderas del barranco.

Esta imponente encina centenaria nació entre las rocas del lecho del torrente. Sus raíces permanecen encharcadas durante 6 ó 7 meses al año sin que aparentemente le afecte en absoluto, más bien todo lo contrario dado su gran tamaño y su aspecto saludable.

Imagen de la encina anterior al completo.

Las rocas de esta colina lucen una coloración rojiza diferente al típico color blanco grisáceo de las rocas calizas que forman la Serra de Tramuntana, tal vez por su mayor riqueza en hierro.

En este tramo del barranco el torrente se ensancha mucho.

El mismo tramo anterior visto cuesta abajo.

 
Una acequia restaurada discurre entre el camino y el torrente. A la derecha se ve una higuera silvestre o cabrahigo.

 
 La acequia está formada por una hilera de tejas grandes de arcilla cocida.

 
 Al que se llevó las tejas destrozando el bellísimo canal se le debería caer la cara de vergüenza.

 En este tramo del barranco el camino transcurre flanqueado por altísimas paredes rocosas verticales.

 Los regueros de agua que descienden de las montañas dibujan estas líneas oscuras sobre la piedra caliza.

 La riqueza en cal del agua forma esta especie de estalactitas y estalagmitas al aire libre.

 En este tramo el barranco se estrecha tanto que a duras penas deja espacio para el torrente y el camino, por lo que recibe el nombre de S'Estret (El Estrecho). A la izquierda se puede ver una higuera silvestre nacida en la pared que sostiene el camino.


Uno de los puntos más estrechos del lecho del torrente.

 Las laderas del torrente parecen un bosque de cabrahigos. Dentro de unas semanas saldrán del letargo invernal y se cubrirán de grandes hojas de un color verde intenso.

Otra imagen de S'Estret flanqueado por cabrahigos.

Un poco más arriba al darnos la vuelta pudimos contemplar el bellísimo valle de Sóller.

Valle de Sóller con zoom.

A la vera del camino crece esta vieja Euphorbia dendroides que maravilló a Llorenç.

Esta lechetezna arbustiva de más de dos metros pierde las hojas en verano para soportar el calor y la larga sequía y con las primeras lluvias del otoño sale del letargo de la estivación y brota vigorosamente hojas nuevas.

Su tronco tiene un diámetro de unos 20 centímetros. Sin duda supera los 30 años de edad. A su lado crece una hija que compite con su madre por los rayos del sol.

En las ramas desnudas de este cabrahigo se podían ver numerosos higos de la tercera cosecha que reciben el curioso nombre de mamas. Son los frutos en los que la avispilla polinizadora Blastophaga psenes pasa el invierno en forma de larva. Dentro de un par de meses saldrán como avispas adultas por el ostíolo de las mamas y volarán hacia la siguiente cosecha de frutos llamados prohigos, los únicos que contienen flores masculinas y femeninas a la vez, en cuyo interior pondrán los huevos de la siguiente generación de avispillas.

Pequeñas mamas del cabrahigo anterior.

Detalle de las mamas.

 A pesar de su pequeño tamaño cada una de ellas contiene un centenar de larvas de avispilla en el interior del ovario de las flores femeninas transformadas en agallas.

Detalle de dos mamas llenas a rebosar de pequeñas agallas con una diminuta larva de avispilla transparente en el interior de la mayoría de ellas.

 A la vera del camino crece esta níspola, Mespilus germanica, injertada sobre un pie de espino albar, Crataegus monogyna.

 Detalle del callo del injerto.

 Puente de madera que permite el paso de los senderistas por encima del Torrent de Sa Font des Verger.

 Tramo del torrente que forma pequeñas cascadas.

Hermosa estampa de una cascada.

 Las numerosas vueltas en zig-zag del camino empedrado atraviesan varias veces el Torrent de Sa Font des Verger. Para permitir el paso de los senderistas en los meses que el torrente lleva agua se construyó este otro puente de madera igual al anterior.

Estas dos plantas rupícolas aprovechan el espacio entre las piedras de los numerosos muros de los bancales. Arriba se puede ver el helecho Polypodium cambricum y abajo dos ejemplares de la diminuta planta crasa Sedum dasyphyllum.

Y aquí tenéis al gigantesco madroño. Las foscas copas de las encinas, codiciosas de la escasa luz que logra burlar la barrera de las altas montañas, se entrecruzan cual techumbre viva para aprovechar hasta el último rayo de luz, dando una sombra densa y tenebrosa al torrente que transcurre a sus pies. Sus aguas cristalinas, de una pureza insuperable, bajan a ratos mansas a ratos furiosas de las altas montañas grises que lo flanquean, acariciando y puliendo las rocas calizas sobre las que se deslizan desde tiempos inmemoriales.

 Llorenç alucinaba ante este venerable árbol de corteza rojiza.

Pertenece a la especie Arbutus unedo de la familia de las Ericaceae.

A Llorenç le llamó la atención este bulto en el tronco.

Podría tratarse de una antigua cicatriz que sanó formando esta callosidad.

La corteza se desprende en pequeñas escamas.

Detalle de las escamas.

Algunos musgos verdes crecen sobre la corteza roja, acrecentando todavía más la belleza de este árbol.

 Continuación ascendente del tronco que se bifurca en tres gruesas ramas principales a una altura de unos dos metros.

 Las tres ramas principales.

 Las ramas secundarias parecen los dedos abiertos de una mano. Algunas presentan partes secas o deterioradas que deberían podarse y sanearse. Les pasaré el enlace de este artículo a los socios de ABA, Asociació Balear de l'Arbre, para que tramiten la inclusión de este majestuoso ejemplar de madroño en la lista del Catálogo de Árboles monumentales de las Islas Baleares. Sólo de esta manera estará protegido por las leyes del Gobierno Balear y con su autorización podrán proceder a su saneamiento.

En el rostro de Llorenç se puede adivinar la emoción con que medía palmo a palmo el perímetro del tronco. Durante toda la sesión de fotos no paró de acariciarlo. Sin duda le apasionan los árboles.

 El perímetro del tronco mide nueve palmos exactos a una altura aproximada de un metro. El palmo de Llorenç mide 22 centímetros. Así pues 22 X 9 : 198 centímetros de circunferencia. Para calcular el diámetro del tronco dividimos la circunferencia por el número Π. Así pues 198 / 3'1416 : 63'025 centímetros de diámetro. Teniendo en cuenta que los anillos de crecimiento anual de esta especie suelen medir de media unos 3 milímetros, o sea, 0'3 centímetros, entonces si dividimos 63'025 por 0'3 nos da una edad aproximada de 210 años.

 Justo cuando empezábamos a descender de vuelta a Biniaraix nos encontramos con nuestro amigo Jaume Deià Miró, el arqueólogo que halló el Yacimiento musulman de Almallutx, uno de los mejor conservados de España, que había salido a pasear por el barranco con su prima.

Al hablarles del madroño varias veces centenario quisieron verlo y para inmortalizar el encuentro nos hicimos este par de fotos.


Hermana encina, hermana humana.

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La sembró Robustiano de una bellota dulce el mismo día en que su esposa Matilde le anunció que estaba embarazada de su primer hijo. Permaneció bajo tierra todo el otoño e invierno y, cuando el feto se dio la vuelta en el abultado vientre de su madre y se colocó cabeza abajo en el canal del parto, su larga raíz pivotante empezó a ramificarse y a absorber agua y minerales y el botón germinal despertó de su letargo y se alargó hacia arriba perforando la tierra extremeña buscando la luz.


El día en que Matilde echó al mundo a la pequeña Eufrasia tras un largo, penoso y doloroso parto, la diminuta encina abrió su primera hoja y la encaró hacia los rayos del sol. Robustiano se acordó de ella, fue al lugar donde la había sembrado y le saltaron las lágrimas por la emoción al verla ya nacida. Con el corazón henchido de felicidad fue en busca de un cubo de agua y la regó amoroso susurrándole palabras llenas de ternura: "¡Qué bonita eres, encinita mía, tanto como mi niña! Te llamaré Heliodora, porque eres hija del sol. Un día Eufrasia se cobijará bajo tu sombra y comerá tus bellotas, porque las darás dulces, ¿verdad?"

Con sólo unos meses una mañana Robustiano cogió a su niña en brazos, después de que ésta llenase a rebosar su estómago con la nutritiva leche de su madre y se la llevó a la dehesa que había heredado de su padre por un estrecho sendero que serpenteaba entre vetustos castaños. El hombre estaba tan emocionado mirando la carita de Eufrasia iluminada por los intensos rayos del sol naciente que no vio una roca que sobresalía medio palmo por encima de la tierra y tropezó. Justo cuando iba a caerse de bruces con la niña en brazos una fuerza invisible tiró de él por la espalda y evitó su caída. A Robustiano se le aceleró el corazón alocadamente en su pecho y sintió un escalofrío que le recorrió todo el espinazo. "La Providencia protege a mi niña", - pensó.

La pequeña Heliodora medía ya un palmo y lucía una docena de hojas espinosas de un intenso color verde oscuro. Ya no podía ser más bonita. Robustiano se sentó en el suelo junto a ella con su niña en brazos y las presentó. "Mira, Eufrasia, tesorito mío, ésta es Heliodora, tu encina." La pequeña alargó su manita y quiso tocarla, pero una espina traicionera de la hoja apical le pinchó en un dedo, sintió un dolor muy vivo y estalló en un fragoroso llanto. Robustiano reía y lloraba a la vez intentando consolarla y se la comía a besos, saboreando en sus labios la sal de los dos regueros de lágrimas que brotaban de los ojos de su niña.

Pasaron los años y un caluroso día de verano Eufrasia se atrevió a ir sola a ver a su encina. En una cestita llevaba una botella llena de agua para regar sus sedientas raíces. Heliodora medía ya un metro de altura y estaba preciosa. Robustiano la había protegido del famélico hocico de los venados, las ovejas y las cabras con una espinosa tela metálica. La niña tendría unos ocho años. Había aprendido de su padre a hablarle palabras bonitas a su encina. "Heliodora, hermanita mía, tienes mucha sed, ¿verdad? Toma, bebe este agüita tan buena que te he traído. Espero con ansia que te hagas muy alta y frondosa para cobijarme bajo tu sombra." Desde aquel día Eufrasia adoptó la costumbre de acudir casi a diario a ver a su encina recorriendo el largo y tortuoso sendero del castañar. Siempre le llevaba un regalo: en primavera y verano una botellita de agua fresca y en otoño e invierno un puñado de estiércol de oveja que repartía alrededor de la base de su tallo, como si le diera una golosina.

Con tanto amor Heliodora creció sana, fuerte y vigorosa y al cabo de unos años su copa se extendió en anchura y Eufrasia ya pudo por fin cobijarse bajo su sombra. La niña también había crecido y una mañana, estando sentada a los pies de su encina con la espalda apoyada en su tronco, sintió una desconocida humedad cálida en su naturaleza de adolescente y unas gotas de su primera sangre menstrual regaron y abonaron las raíces de Heliodora. Eufrasia se llevó la mano ahí abajo, se la miró luego y al verla ensangrentada se asustó. Quiso levantarse para correr a decírselo a su madre pero no pudo. Fue entonces cuando escuchó por primera vez la profunda voz ronca de su encina: "No te asustes, hermanita mía, no te pasa nada malo, es sólo que hoy te has hecho mujer. Mira, yo también ya soy adulta, estoy madurando mis primeras bellotas para ti."


Unos meses después, a principios de otoño, el día en que se cumplía el decimoquinto aniversario en que Eufrasia fue engendrada en el vientre de su madre, la niña-mujer acudió a ver a su amada encina, le regaló como siempre hacía varios puñados de nutritivo estiércol de oveja y entonces escuchó por segunda vez en su mente la ronca voz de madera de Heliodora. "Gracias por esta golosina, hermanita mía. Yo también tengo un regalo para ti. Levanta los ojos y en uno de mis brotes verás mis tres primeras bellotas. Ya están maduras y son tan dulces como tu alma. Cógelas. Son mi regalo. Dale una a tu padre que me sembró, otra a tu madre que te parió y me dio una hermana humana y la tercera cómetela tú. Espero que os gusten."



Un día de injertos en Son Vivot

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Injertos difíciles, poco frecuentes, raros, intergenéricos...

Este pasado domingo un grupo de amigos nos reunimos en el huerto de Jaume y Matilde. Se llama Son Vivot y es como un pequeño paraíso terrenal, un jardín botánico fantástico con centenares de árboles, arbustos y lianas de todo el mundo. Nos apetecía vernos para charlar un rato y reforzar así nuestra amistad y el motivo o escusa fue hacer unos injertos un tanto estraños sobre encinas de bellotas amargas. 

Injerto de encina de bellotas dulces sobre encina borde por el método tradicional de los viejos y sabios injertadores mallorquines.


Llorenç, un gran profesional de la agricultura y la jardinería, ha sido el protagonista de la sesión de injertos. Los injertadores mallorquines capaces de injertar encinas con éxito se pueden contar con los dedos de una mano y creo que todavía sobrarían dedos. Llorenç tiene los conocimientos, la sabiduría, la destreza y la paciencia para llevar a buen término un trabajo tan difícil.

 Ha empezado haciendo el injerto de encina de bellotas dulces sobre una encina borde de frutos amargos. En primer lugar ha podado todo el ramaje del pie o patrón dejando sólo las dos ramas principales. Después con unas herramientas especiales que sólo conocen y poseen los injertadores profesionales ha partido en dos el extremo de cada una de las ramas y en la raja o corte ha insertado dos estacas de encina de bellotas dulces que ha traido expresamente de su paradisíaca finca situada en la marina de Llucmajor llamada Sa Barraca Blanca.       

Aquí podéis ver la concentración del artista, mejor dicho, el artesano, el maestro injertador, procediendo a finalizar el injerto de la primera rama principal. Observar como realiza su obra de arte es todo un espectáculo. No tiene prisa, va paso a paso sin saltarse ningún detalle.

Seguidamente ha partido la otra rama del patrón con una herramienta especial parecida a una gran navaja de afeitar y un mazo de madera. Os recomiendo ampliar las fotos con un doble click para apreciar mejor los detalles.

No ha resultado nada fácil partirla, ya que las encinas tienen la madera muy dura y compacta.

Para mantener el corte abierto ha metido en él la parte posterior de la gran navaja.

Como ha hecho con la otra rama en ésta ha insertado dos estaquitas procurando que su corteza contacte y se alinee perfectamente con la corteza del patrón. Seguidamente ha procedido a embadurnar todas las heridas abiertas, tanto del patrón como de las estaquitas, con pasta selladora.

Un profesional como Llorenç no se puede permitir el más mínimo error.

 Todas las heridas han quedado bien curadas y herméticamente selladas.

Aquí se ven bien las dos ramas ya injertadas con dos estacas de encina dulce en cada una de ellas.

 El padre de Llorenç no se ha perdido ningún detalle. Aquí le podèis ver sentado en una silla que le ha traido Matilde, la anfitriona. Los dos perritos que abraza son Tilín de Sa Barraca Blanca y Fosca de Son Vivot.

  Biel Nicolau y Llorenç sonriendo satisfechos por el trabajo bien hecho. Como podéis ver el maestro injertador ha rodeado cada rama con un cucurucho de plástico y lo ha rellenado con tierra tamizada hasta cubrir completamente las estaquillas. A continuación ha regado la tierra.  

 El artista observando satisfecho su obra de arte. En la cesta guarda como un tesoro sus herramientas, las mismas que llevaba el viejo maestro injertador que le enseñó a injertar encinas. 


Injerto de castaño sobre encina con el mismo método tradicional mallorquín.


 Este tipo de injerto es una novedad en Mallorca. Como ya sabéis los castaños no soportan la cal de la tierra mallorquina, que les bloquea la absorción del hierro en las raíces, les provoca clorosis y los acaba matando a todos en unos meses o como mucho en unos pocos años. Así pues la única manera de poder cultivar castaños en Mallorca es injertándolos sobre un patrón de encina, perfectamente adaptada a la tierra caliza y a la sequía mediterránea. En el sur de Francia, con una tierra calcárea parecida a la mallorquina, hace ya siglos que injertan los robres y encinas con estacas de castaño.

 El año pasado Llorenç ya injertó con éxito una encina de Son Vivot con una pua o estaca de castaño. La que ha injertado hoy tiene el tronco muy grueso y ha pensado que convenía más injertarla por el método de Corona sin partir la madera. En la imagen podéis ver como rebaja en bisel una pua de castaño aprovechando la plataforma del patrón recién podado. 

 Joan Bestard y un servidor le observábamos admirados. 

 Tambien le observaba su padre, orgulloso de su hijo.

Hemos tenido mucha suerte. Las previsiones meteorológicas pronosticaban lluvias abundantes para este domingo, pero finalmente ha salido el sol y nos ha permitido hacer los injertos sin mojarnos.

 La parejita de enamorados, Fosca y Tilín, han jugado como locos todo el rato y sólo han parado las dos o tres veces que el señor Llorenç les ha cogido en brazos.

 Jaume de Son Vivot, Joan Bestard y un servidor observando fascinados el excelente trabajo artesano de Llorenç.

Después de hacer un corte vertical en la corteza de la encina ha insertado una estaca de castaño por la parte biselada. 

 La corteza no se quería despegar y Llorenç se ha ayudado con el mazo de madera para insertar la estaca entre la madera y la corteza, exactamente donde está la capa de cambium.

 Una vez insertadas las cuatro estacas las ha ajustado con un cerclaje de alambre y ha empezado a sellar las heridas con mástic de injertar.

Jaume le ha preparado un palito en forma de espátula para facilitarle el trabajo. 

 Detalle del injerto de castaño sobre encina ya finalizado.  

 El escenario del injerto.

 Como ha hecho en el anterior injerto en éste también le ha colocado un cucurucho de plástico. Jaume le ha echado una mano.  

Después de ajustar el cucurucho lo ha rellenado con tierra tamizada que ha regado seguidamente. Ahora sólo queda esperar unas semanas para ver los resultados que con toda seguridad serán exitosos.

Injerto de Microcitrus australasica sobre limonero borde por el método de Coronabajo bolsa de plástico.

Finalmente me ha tocado a mí hacer un injerto muy fácil de estaquitas del cítrico australiano Microcitrus australasica, llamado caviar vegetal, sobre un limonero borde nacido de semilla. Este arbusto austral va adquiriendo cada vez más fama desde que fue descubierto hace unos años por los chefs de alta cocina de los mejores restaurantes del mundo. 

 La única dificultad para hacer este injerto han sido las espinas como agujas que protegen las ramitas de este cítrico.

 No me ha quedado más remedio que cortar las espinas para poder manipular las estaquitas.

 El injerto de Corona en los cítricos se hace cuando entran en savia y la corteza se despega con facilidad.

 Aquí podéis ver como estoy despegando la corteza con la parte posterior del cuchillo de injertar. 

 En primer lugar he insertado dos estaquitas en la rama más delgada del patrón.

Después las he atado con cinta de injertar de la marca Borrull que se fabrica en Valencia expresamente para injertar naranjos, limoneros y mandarinos.

La primera rama ya está injertada.

Comenzando a injertar la rama más gruesa del limonero borde.

Las estaquitas se rebajan en bisel antes de insertarlas entre la corteza y la madera del patrón.

Insertando la última estaquita observado por Biel.

El paso siguiente consiste en cubrir las estacas injertadas con una bolsa de plástico transparente para evitar su deshidratación. Pasados unos 15 días se puede retirar la bolsa y cuando a finales de abril broten las yemas ya se podrán desatar los injertos. 

Gymnosporangium sabinae, en invierno en su casita de madera de sabina y en verano tomando el sol en su chalecito de hojas de peral.

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El hongo fitopatógeno Gymnosporangium sabinae, de la familia de las Pucciniaceae, necesita dos huéspedes o víctimas para completar su ciclo vital. En invierno infecta o parasita a las sabinas y enebros de la familia de las Cupressaceae, provocando una enfermedad relativamente leve llamada Roya del enebro y en verano parasita a los perales, de la familia de las Rosaceae, causándoles una fitopatología grave que puede llegar a ser mortal para el árbol, llamada Roya del peral.

 Roya del enebro a la izquierda (fase Teliospórica) y Roya del peral a la derecha (fase Aeciospórica).

FASE TELIOSPÓRICA

El Gymnosporangium sabinae, también llamado Gymnosporangium fuscum, pasa el invierno en una especie de tumoraciones, nódulos o engrosamientos que se forman en las ramillas de las sabinas y enebros.

 A finales del invierno empiezan a asomar los cuerpos fructíferos o telias.

A finales del invierno o principios de la primavera, con temperaturas suaves y en general tras un período de lluvias, brotan las telias en forma de sacos anaranjados repletos de teliósporas.

Otras telias sobre la ramilla de una sabina, Juniperus phoenicea subsp. turbinata.

Las telias absorben el agua de lluvia y se muestran turgentes con una textura de gelatina.

Más telias fotografiadas el 15 de marzo de 2015 tras un chubasco.

Tramo de ramilla de unos 10 centímetros infectada por el hongo.

 Detalle de las telias de la imagen anterior.

 Por transparencia se pueden apreciar las miles de teliósporas que llenan los sacos gelatinosos de las telias.

 Gálbulo de Juniperus phoenicea subsp. turbinata infectado por Gymnosporangium sabinae.

Detalle del gálbulo anterior con las telias surgiendo entre las escamas del fruto.

Unos días después las telias gelatinosas se van secando mientras continua la dispersión de las teliósporas.

Una vez secas las telias se desprenden de la ramilla por acción del viento dejando una marca amarillenta en la corteza.

Si la ramilla infectada está a resguardo del viento, las telias no se desprenden, se secan completamente y permanecen adheridas a la corteza adquiriendo un aspecto pulverulento por la abundancia de teliósporas.

Teliósporas de Gymnosporangium sabinae vistas al microscopio a 100 aumentos. Cada telióspora está formada por dos células separadas por un septo. Cada célula tiene dos poros germinativos por donde emite una especie de filamentos llamados promicelios, como si de dos microscópicas raicillas se tratase, que penetran en el espacio intercelular de las hojas tiernas de un peral y empieza entonces la fase veraniega del hongo o Aeciospórica.

FASE AECIOSPÓRICA

Peral gravemente infestado por Gymnosporangium sabinae. La fase veraniega o aeciospórica es la causante de una grave fitopatología llamada Roya del peral, que ocasiona pérdidas económicas importantes en las plantaciones frutícolas de perales, llegando a defoliar completamente y matar a los árboles más debilitados. La única solución realmente efectiva consiste en eliminar todos los árboles del género Juníperus que se encuentren a menos de un kilómetro de la plantación de perales, lo cual es una barbaridad a nivel ecológico dada la escasez y la belleza de estos árboles.

Por propia experiencia he comprobado que el Gymnosporangium sabinae infecta con la misma virulencia a todas las especies del género Pyrus que tenga cerca: Pyrus communis, Pyrus pyrifolia, Pyrus betulaefolia, etc...

Haz de una hoja de peral con las típicas manchas redondas y rojas con el centro manchado de negro.

Envés de la hoja anterior con las agallas de la Roya. Fotografía tomada el 20 de septiembre.

Otra hoja severamente afectada.

Envés de la hoja anterior.

A finales del verano las agallas fúngicas en forma de peridios tubulares, llamadas aecios, están repletas de un haz de filamentos germinales o espermagonios en los que se forman las aeciosporas.

Cuando las aeciosporas están maduras, el haz de espermagonios sale por el orificio cenital de los aecios y con la ayuda del viento empieza dispersar las aeciosporas.

Haces de espermagonios surgiendo de los aecios. Fotografía tomada el 20 de noviembre.

Las aeciosporas se despegan del haz de filamentos de los espermagonios y vuelan con el viento hacia las ramillas de algún enebro o sabina.

Detalle del haz de filamentos entre los cuales se pueden ver las aeciosporas de color marrón. Tras su dispersión finaliza la fase veraniega y empieza la fase invernal con la germinación de las aeciosporas cuyos promicelios penetran en la corteza de alguna ramilla de un árbol del género Juniperus y vuelve a empezar el ciclo de la vida del Gymnosporangium sabinae.



Las Myrtaceae: bellas, cosmopolitas y exitosas

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La familia de las Myrtaceae está formada por unas 3.000 especies de árboles y arbustos, todos ellos perennifolios, distribuidos por las regiones de clima tropical, subtropical y mediterráneo de todos los continentes de la Tierra. Tienen en común la síntesis en sus tejidos de aceites esenciales volátiles, muy aromáticos y con frecuencia igníferos, es decir, que facilitan los incendios, como en los Eucalyptus australianos, cuyos frutos en forma de pixidio (cápsula seca llena de semillas con un opérculo) sólo se abren tras un golpe de calor intenso, exactamente igual que las piñas de los pinos.

Flor rosada de Callistemon macropunctatus, fotografiado en el fantástico Jardín botánico de la Orotava en la Isla de Tenerife. Todas las Myrtaceae producen abundante néctar en la base de sus flores, libado con glotonería por las abejas.

Los arbustos del género Callistemon, endémicos de Australia y cultivados en todo el mundo por su belleza, agrupan sus flores en inflorescencias en escobillón alrededor de un tallo central, como en este Callistemon viminalis var. Capitán Cook, fotografiado en el Jardín botánico de Córdoba.

Todas las Myrtaceae comparten la misma estructura en sus flores: numerosos estambres masculinos muy largos y en general de vivos colores y un solo pistilo femenino en el centro con un ovario ínfero.

Los Callistemon, al igual que los Eucalyptus, también fructifican en forma de pixidio con un pequeño opérculo que sólo se abre si recibe un fuerte golpe de calor, exactamente igual que sus primos australianos. Resulta muy curiosa y aparentemente contradictoria y suicida su simbiosis con el fuego, pero la misma planta favorece el fuego con sus esencias igníferas para que, tras ser consumida por las llamas, sus hijos, sus semillas, encuentren un suelo libre, a pleno sol y abonado con los ricos minerales de las cenizas de su madre. Así es la naturaleza. Las madres son capaces de hacer cualquier cosa, incluso autoinmolarse, para que la especie se perpetúe sobre la Tierra.

 
Estas bellísimas flores de un blanco inmaculado con un largo pistilo sobresaliendo por encima de los numerosos estambres tan blancos como los pétalos pertenece a una curiosa especie de guayabo de Puerto Rico, Psidium friedrichsthalianum, llamado guayabo Cas, que, a pesar de ser de hoja perenne como todas las Myrtaceae, para sobrevivir a los fríos meses del invierno de Mallorca se comporta como caduco, rebrotando vigorosamente en primavera.

Sus frutos son bayas verde-amarillentas al madurar.


Detalle de varios frutos de "Guayabo Cas" de Puerto Rico.

 
Su pulpa es muy blanca, de consistencia compacta con numerosas semillas y de una acidez extrema casi incomible en fresco por su riqueza en ácido ascórbico, vitamina C. Se utiliza para elaborar mermeladas y jaleas.

Una Myrtaceae australiana muy curiosa con las hojas muy pequeñas rodeando los tallos es la Melaleuca calycina. La fotografié en el Jardín botánico de Sóller en Mallorca.

Sus flores blancas se agrupan en el extremo de los tallos. Como en las demás mirtáceas australianas sus frutos son pixidios secos con un opérculo.

La Feijoa o Guayaba del Brasil, Feijoa sellowiana, es un arbusto sudamericano con una floración espectacular.

Sus flores tienen la estructura típica de las Myrtaceae: largos estambres rojos con una pequeña antera amarilla en su extremo y un solo pistilo de color granate oscuro en el centro, en cuya base se encuentra el ovario que al madurar dará lugar a un fruto en forma de baya.

 
Feijoa de la variedad Mammuth, grande y alargada, más ancha en su mitad distal.

 
Feijoas maduras, las tres de arriba de la variedad Triumph, con forma ovalada y más anchas en su parte central y las dos más grandes de la parte inferior de la variedad Mammuth.

Corte transversal de una feijoa Triumph.

Corte longitudinal de otra feijoa Triumph. La dulce y jugosa pulpa de esta fruta sudamericana tiene un exquisito sabor que recuerda a la piña tropical. Su cultivo se ha extendido por todo el mundo, especialmente en todos los países que bordean la Cuenca Mediterránea. Soporta muy bien el frío moderado, incluso las heladas esporádicas siempre que no sean muy intensas.

 Hilera de imponentes ejemplares de Metrosideros excelsa, endémico de Nueva Zelanda, embelleciendo el paseo marítimo del pequeño puerto de la ciudad de Horta en la Isla de Faial del Archipiélago de las Azores. Los fotografié en mayo y todavía no habían abierto las flores.

Al igual que los Ficus, las especies del género Metrosideros emiten numerosas raíces aéreas directamente de las ramas con la intención de alcanzar el suelo y aumentar así la absorción de agua y nutrientes.

Amasijo de raíces descendiendo de las ramas.

Detalle de las raíces aéreas que descienden siguiendo los surcos de la corteza del árbol.

Las raíces son intensamente rojas.

Tronco espectacular de uno de los Metrosideros excelsa azorianos.

Esta exótica Myrtaceae sudamericana recibe el nombre de Grumichama del Brasil, Eugenia brasiliensis. Me la mandó mi amigo portugués Sérgio Duarte, gran aficionado a los frutales tropicales. ¡Gracias, Sérgio!

El año pasado me dio sus primeros frutos.


Grumichama del Brasil madura a finales de julio. Llama la atención su largo pecíolo y su color rojo sangre.

 
Los frutos de la Eugenia brasiliensis son drupas con una sola semilla en su interior. A simple vista parecen cerezas. En su punto óptimo de maduración adquieren un color granate oscuro casi negro.

Su pulpa es dulce y ácida a la vez con un bouquet tropical delicioso muy difícil de definir.

Semillas de Grumichama del Brasil.

 
Esta flor de un blanco inmaculado pertenece a uno de los frutales americanos más conocidos, la guayaba, Psidium guajava.

Existen numerosos cultivares con frutos muy variados. El de la imagen produce bayas en forma aperada y de pulpa rojiza. Al igual que el guayabo Cas de Puerto Rico, el guayabo por antonomasia soporta el frío mediterráneo adoptando la estrategia de la hibernación, es decir, comportándose como caduco aun siendo de hoja perenne en sus países de origen.

Varias guayabas del cultivar anterior.


Pulpa rojiza y muy aromática de las guayabas anteriores.


Otro cultivar de guayabo con frutos redondos de pulpa blanca.

Guayabas de pulpa blanca y forma aperada diferentes a las anteriores.

 
Estas hojas relucientes como de plástico y estas flores blancas tan bonitas pertenecen a mi guayabo preferido, el guayabo-fresa, Psidium littorale var. longipes, sinónimo de Psidium cattleianum.

 
Cada año produce abundantes frutos redondos y de pequeño tamaño.

 
Al madurar adquieren un color rojo intenso.

A mi se me antojan deliciosos. Cada vez que paso cerca de uno de mis tres guayabos-fresa no puedo resistir la tentación de comer una docena. Me los meto en la boca de cuatro en cuatro y su sabor dulce y ácido a la vez es una explosión de aromas y sensaciones gustativas, como un pequeño cóctel de vitaminas y antioxidantes, un elixir de vida.

Como todas las guayabas sus frutos son bayas con numerosas semillas rodeadas de una pulpa blanca y jugosa.

El gigantesco Eucalyptus camaldulensis es uno de los más altos e imponentes de Australia. Se cultiva con éxito en todo el mundo. Un ejemplar añoso y solitario es un espectáculo de una belleza extraordinaria.

Sus flores son pequeñas y blancas con la estructura típica de las Myrtaceae.

 Magnífico tronco de Eucalyptus camaldulensis, fotografiado en el Parque de María Luísa de Sevilla.

Gigantesco ejemplar de Eucalyptus globulus, fotografiado en el jardín de cactus de Ses Salines (Botanicactus). Es uno de los árboles australianos más cultivado en todo el mundo por su madera.

 Hojas en forma de guadaña de Eucalyptus globulus.

Corteza de Eucalyptus globulus.

 
El también australianoEucalyptus leucoxylon es un árbol bellísimo en plena floración.

El color rosado intenso de sus estambres es espectacular.

En esta flor se ve muy bien el pistilo femenino rodeado de numerosos estambres.

Aunque pequeñitas, las florecillas blancas de nuestro mirto mediterráneo, Myrtus communis, no tienen nada que envidiar a las de las demás mirtáceas. Su perfume es embriagador.

¡Qué bonita!, ¿verdad? Todo en ella es blanco salvo las anteras amarillas cargadas de polen del extremo de sus estambres.

En mis andares por Mallorca he visto muchas variedades de mirtos, murtas o arrayanes. Los hay de hojas pequeñas, de hojas grandes y de frutos redondos, alargados, pequeños, grandes, azules, rosados y blancos, todos ellos bayas llenas de semillas de pulpa comestible y un sabor muy particular e intenso. Los de la imagen son muy grandes y alargados.

Estos murtones o murtas de color rosado tan bonitos son una rareza dentro de la especie, mucho más raros de ver que los blancos de la siguiente imagen.

 
En la Serra de Tramuntana de Mallorca los murtones blancos son relativamente frecuentes.

Las flores de esta imagen pertenecen a otra rareza botánica americana, el mirto del Brasil, Myrcianthes pungens. Al igual que la grumichama también me lo mandó mi generoso amigo portugués Sérgio Duarte.

Sus frutos redondos y negros, cubiertos de una vellosidad muy fina, parecen murtones gigantes.

Resulta muy llamativo su intenso color negro.

Otro murtón del Brasil.

 
Su pulpa es anaranjada, muy dulce y jugosa. Contiene una única semilla de forma arriñonada.


Estas florecillas con los pétalos blancos recorridos por una línea rosa pertenecen a otra mirtácea americana, la pitanga o cerezo del Surinam, Eugenia uniflora, muy cultivada como arbusto ornamental.

Una curiosidad de la pitanga es que sus hojas sintetizan antocianos granates durante los meses más fríos para absorber el calor de los rayos del sol y evitar así la congelación. En pleno verano las hojas son verdes.

Intenso color granate de las hojas en febrero.

Sus frutos o cerezas del Surinam tienen la particularidad de estar recorridos por surcos, en general en número de ocho.

A pesar de su forma asurcada su única semilla es bien redonda.

A diferencia de las anteriores esta mirtácea, la pomarrosa, Syzygium jambos, crece en el sudeste asiático. Desde que fue llevada a América tropical se ha naturalizado en algunos países como en Cuba donde se ha convertido en una plaga invasora. En la imagen vemos los capullos florales a punto de abrirse. Ésta y las siguientes fotos fueron tomadas en el Jardín botánico de la Orotava.

Pomarrosa en plena floración. 

Tal vez ésta sea una de las Myrtaceae cuyas flores llevan más estambres.

El pistilo femenino es tan fino como los estambres, pero mucho más largo. Recibe el nombre de pomarrosa porque sus frutos tienen una pulpa consistente parecida a las pomas o manzanas y un delicado aroma a rosas.

Y para terminar en esta imagen podéis ver los llamativos frutos de otra mirtacea asiática, la manzana de agua, manzana malaya o pomalaca, Syzygium malaccense, que al igual que la anterior se cultiva desde hace muchos años en América tropical, hasta el punto que se la cree falsamente nativa de Centroamérica y Sudamérica.

Los frutos crecen en grupos.

Detalle de dos frutos de manzana malaya o pomalaca.



Pinus halepensis del Camino de Ses Alzines

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El más grande del término municipal de Sóller

Desde el Restaurante "Es Monument", situado en la carretera de "Es Port de Sóller" en la Isla de Mallorca, se coge el desvío a la derecha hacia la carretera de "Es Puig Major" y tras recorrer unos 500 metros en la primera curva se accede a la izquierda al camino de Can Tamany. Unos 200 metros más adelante se coge el primer desvío hacia la derecha hasta encontrar los dos letreros de la imagen. En este punto empieza el camino de Ses Alzines, situado a la derecha, cuyo letrero azul se puede ver en lo alto de la pared de enfrente.

Letrero que da inicio al camino. Significa "Camino de las Encinas", del vocablo celtíbero "caminon" que fue incorporado al latín vulgar ibérico como "camminus" durante la romanización en sustitución del romano "via", el artículo "salado" procedente del latín "ipsas" y el sustantivo en genitivo plural del vocablo latino vulgar "ilicina", procedente del latín romano "ilex". Así pues de "Camminus ipsae ilicinae" derivó "Camminus ipsas ilicinas" y de ahí "Camí de ses alzines".

(Inciso aclaratorio para los que no conozcan nuestra habla balear. En las Islas Baleares utilizamos con orgullo y obstinación todavía después de 800 años el primigenio artículo del catalán ancestral, procedente del latín vulgar IPSE, IPSA, IPSUD, llamado despectivamente "salado" por los actuales catalanoparlantes continentales, que ignoran que sus antepasados, que son también los nuestros, también "salaban", al igual que los actuales habitantes de Cerdeña. Con posterioridad a la "conquista" de las islas Baleares, los catalanoparlantes continentales adoptaron, al igual que los castellanos, los franceses y los italianos, el artículo provenzal procedente de ILLE, ILLA, ILLUD, mientras que los galaico-portugueses prefirieron como artículo el adjetivo latino HIC, HAEC, HOC.

El "salado" era el artículo de la lengua hablada por los colonizadores catalanes de las islas tras el genocidio de sus habitantes musulmanes por las huestes corsarias del Rey Jaime I de Aragón. Se sabe que hacia el año 1000 de nuestra era en el latín vulgar hablado por la gente "no culta", es decir, la plebe, el pueblo llano, en los reinos cristianos de la actual región ibérica que comprende Castilla La Vieja, Aragón y Cataluña, situados al norte de los reinos musulmanes, se empezó a utilizar el adjetivo latino ipse, ipsa, ipsud con la función de artículo, tanto en el que sería posteriormente castellano como en el catalán, que entonces se diferenciaban muy poco. En el manuscrito original del Cantar de Mío Cid, publicado hacia el año 1200, hay numerosos artículos "salados" entremezclados con artículos digamos "laliados", incluso se puede encontrar alguno en el original de la novela caballeresca "Tirant lo Blanch" escrita en catalán "valenciano" en el año 1490 y traducida al castellano en 1511 como "Tirante el Blanco". 

Tal vez por la influencia de los trovadores provenzales que atravesaban los Pirineos y cantaban y narraban sus trovas en la más evolucionada lengua provenzal ante la corte y la plebe de los reinos cristianos del norte de Iberia, cuyos habitantes hablaban todavía en un poco evolucionado latín vulgar "salado", fue imponiéndose poco a poco como más culto el artículo provenzal, sobretodo en el lenguaje escrito. Hace sólo unos 70 años el artículo "salado" era el predominante en el habla de los habitantes del Ampurdán catalán. La obsesión "normalizadora" del provenzalizado catalán oficial  fue tan intensa y hasta cruel con los ampurdaneses, con la escusa de que el "salado" era vulgar y de gente ignorante, que en la actualidad ya sólo "salan" los ancianos.)

Vista general del pino del camino de Ses Alzines. Según Pere Llofriu, el mayor experto en árboles monumentales de las Islas Baleares, este pino con sus más de 20 metros de altura es el más alto y grueso de Sóller y uno de los más imponentes de Mallorca.

Cara nordeste del tronco. Yo le calculo una edad de unos 200 años.

Cara noroeste.

Su tronco es totalmente recto y liso y de una perfección geométrica imposible de superar. No se le aprecia ninguna marca ni cicatriz de antiguas ramas.

El pino goza de una salud inmejorable.

Ramas a contraluz.

La ramificación del tronco se produce a gran altura.

La copa es como una gran antena parabólica, ligeramente inclinada hacia el mediodía y sabiamente diseñada para captar el máximo de rayos solares.

En esta imagen se ve el extremo de la copa iluminada por el intenso sol de mayo.

Las ramificaciones siguen escrupulosamente la secuencia matemática de Fibonacci.

Imagen cercana del tronco a unos 4 metros de altura.

Corteza cuarteada de color gris con manchas rojizas típica del Pinus halepensis.

Embelleciendo el entorno se pueden ver numerosos rosales silvestres cubiertos de flores de la especie Rosa sempervirens. (Identificada por los expertos en rosas Cati Artigues,  Manuel Bernal Gálvez y Josep Bosch.)

Rosa de un blanco inmaculado.

A unos pocos metros del majestuoso pino crecen dos de sus hijos. Su tronco tiene también un grosor considerable, más o menos la mitad que el de su padre.




Acodos Aéreos de Higuera Blava y Sevillana

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Ayer, mientras estábamos trabajando en el jardín,  a mi jardinero Llorenç se le ocurrió la brillante idea de utilizar la fibra que producen las palmeras canarias entre la base de sus palmas como sustrato para hacer acodos aéreos. A mí me pareció una idea muy interesante y dado que sólo tengo un ejemplar de higuera de la antiquísima variedad mallorquina llamada Blava decidimos hacer dos acodos en dos de sus ramas colgantes con la finalidad de obtener dos nuevas higueras, una para Llorenç y otra para mí. En este enlace podéis leer el artículo que escribí sobre ella en la variante mallorquina del catalán: Figuera Blava: 500 anys després va tornar a Mallorca.

Esta rama fue una de las dos escogidas para transformarla en un nuevo árbol. En el punto señalado con la flecha roja se procede a hacer dos cortes paralelos en la corteza separados entre uno y dos centímetros.

 Los dos cortes paralelos ya realizados rodeando toda la rama. 

El paso siguiente consiste en cortar el anillo con un corte transversal, procediendo a continuación a despegar la corteza.

Detalle del corte.

Una vez despegado el anillo de corteza queda expuesto el cambium. Algunos entendidos en este curioso método de reproducción vegetativa raspan el cambium para evitar que forme una nueva corteza y otros le aplican hormonas enraizantes. En el caso de los acodos aéreos de las higueras ninguno de los dos procedimientos es necesario. Una vez quitado el anillo de corteza simplemente se rodea con algún sustrato: tierra vegetal, esfagno, turba, fibra de coco, etc... o en el caso que nos ocupa fibra de palmera canaria.

Como no disponíamos de bolsas de plástico grandes y transparentes cortamos un gran trozo de film de cocina al que superpusimos otra capa para que fuera más consistente y colocamos encima una buena cantidad de fibra húmeda de palmera. 

 Detalle de la fibra.

 Con la fibra montada sobre el film rodeamos el anillo descortezado como si fuera un emplasto o una tirita gigante. Lo atamos por ambos extremos para que quedase herméticamente cerrado y luego le dimos varias vueltas de cuerda o rafia apretando para que la fibra contacte íntimamente con la herida de la corteza.

A continuación se cubre con algún material opaco: papel de aluminio, papel de periódico, plástico oscuro, etc... Se trata de aislar las futuras raíces de la luz del sol.  Nosotros lo rodeamos con papel de aluminio.

 
 Como se puede ver en este acodo aéreo que hice hace años a una rama de Litchí, cada semana o como mucho cada quince días se le inyecta agua con una jeringuilla intramuscular para mantener húmedo el sustrato.

En esta imagen podéis ver dos acodos aéreos que hicimos hace dos meses y medio a dos ramitas de mi única higuera sevillana cuya madre crece junto a la Torre del Oro con la raíces sumergidas en el lodo del Río Guadalquivir. En este enlace podéis leer el artículo que escribí sobre ella: Higuera sevillana, del Guadalquivir a Mallorca.

Tras retirarles el papel de aluminio quedaron expuestas las numerosas raíces que habían emitido por encima del anillo.
 
Llorenç sujetando las dos nuevas higueras sevillanas tras separar ambos acodos de su madre con un corte limpio por su parte inferior.

Eran dos ramitas y ahora son dos higueras.

La maraña de nuevas raíces se transparenta a través del plástico.

 Algunas raíces son especialmente gruesas.

Detalle de las raíces tras quitar la bolsa de plástico.

Ya sólo resta sembrar el nuevo arbolito en una maceta, regarlo abundantemente y colocarlo en un lugar con mucha luz pero sin sol directo. Es frecuente que se le caigan todas las hojas a los pocos días, pero al mismo tiempo empieza a brotar hojas nuevas.



Licor "Herbes de Mallorca", el chupito de la sobremesa de los mallorquines.

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Ya sea tomándolas como un simple chupito o vertiendo dos deditos en un vaso con un cubito de hielo o incluso embebiendo un bizcocho con estas deliciosas "herbes" a modo de pastel "borracho", sea como sea, están siempre deliciosas. Es típico tomar un traguito servido por el anfitrión como colofón final en las comidas con invitados.

 El pasado domingo mis amigos Matilde y Jaume me invitaron a hacer "Herbes" en su fantástica finca, mejor dicho, en su jardín de ensueño con árboles, arbustos, lianas y hierbas de todo el mundo. La mayoría de ingredientes procedían de la misma finca y los que faltaban los aportamos los invitados. A mí me tocó llevar guindas, que son los frutos del cerezo silvestre utilizados en pastelería como cerecitas confitadas y para elaborar el famoso licor alemán Kirsch.

 Mis amigos con todos los ingredientes repartidos sobre la mesa, incluidos el anís dulce y el anís seco o cazalla, cuyo nombre procede del pueblo sevillano de Cazalla de la Sierra donde se elabora desde antiguo. No obstante, para los entendidos, la mejor cazalla es la elaborada en la localidad valenciana de Aielo de Malferit.

 Las "Herbes" pueden ser dulces, secas y mezcladas, dependiendo del tipo de anís que se utilice en su elaboración. En nuestro caso las preparamos mezcladas con el 50% de anís dulce y el 50% de cazalla. Por supuesto, como me ha señalado la anfitriona, la proporción entre anís dulce y anís seco puede variar a gusto del licorero o del consumidor: 2/3 dulce y 1/3 cazalla, 2/3 seco y 1/3 dulce, .... En los bares de la isla los camareros cogen una botella en cada mano y vierten en el vaso del cliente la cantidad de hierbas dulces y hierbas secas que desee.

Son aromáticas, digestivas, antiflatulentas, antiespasmódicas, expectorantes, diuréticas, antisépticas, antioxidantes, etc... El licor casero al cabo de unos meses adquiere un bonito color marrón claro, debiendo desecharse a los dos años por volverse amargo, mientras que el elaborado comercialmente no amarga con el tiempo y mantiene un apetitoso color verde durante años por algún componente químico añadido que evita la oxidación de las hierbas y sus jugos.

INGREDIENTES
(A gusto del licorero. El mínimo son trece ingredientes. El máximo los que uno quiera. El componente básico son las hojas de hinojo que deben predominar sobre los demás ingredientes. )

HOJAS
-Hinojo (fonoll), Foeniculum vulgare.
-Melisa (tarongí), Melissa officinalis.
-Hierbabuena (herba sana), Mentha spicata.
-Menta (menta), Mentha piperita
-Mejorana (moraduix), Origanum majorana.
 -Lentisco (mata llentisclera), Pistacia lentiscus.
 -Hierba de Santa María (cost, herba caragolera), Tanacetum balsamita
-Ruda (ruda), Ruta chalepensis.
-Ginkgo (ginkgo), Ginkgo biloba.
-Pino carrasco (pi blanc), Pinus halepensis.
-Laurel (llorer), Laurus nobilis.
-Níspero del Japón (Nesprer del Japó), Eriobotrya japonica.

FLORES
-Granado (magraner), Punica granatum.
-Rosal (roser), Rosa sp.
 
FRUTOS 
-Guindo (guinder), Prunus cerasus.
-Cerezo (cirerer). Prunus avium.
-Fresas silvestres (fraules), Fragaria vesca.
-Algarrobas (garroves), Ceratonia siliqua.
-Nogal (noguer), Juglans regia.
-Enebro (ginebró), Juniperus oxycedrus.
-Café (cafè), Coffea arabiga.
-Anís estrellado (anís estrellat), Illicium verum.

CORTEZA
 -Canela (canyella), Cinnamomum zeylanicum 

HOJAS y FLORES
-Tomillo (farigola), Thymus vulgare.
-Romero (romaní), Rosmarinus officinalis.
-Salvia (salvia), Salvia officinalis.
-Hierba luisa (herba lluïsa), Aloysia citrodora.
-Malva rosa (vauma rosa), Pelargonium capitatum.
 -Lavanda (espigol), Lavandula latifolia.
-Abrótano hembra (camamil.la), Santolina chamaecyparissus.
-Madreselva (xuclamel), Lonicera implexa.
-Olivo (olivera), Olea europaea.
-Tilo (til.ler), Tilia platyphyllus

HOJAS, FLORES Y FRUTOS
-Naranjo (taronger), Citrus sinensis.
-Limonero (llimonera), Citrus limon.

 Algunos ingredientes junto a las dos botellas de anisado: seco y dulce. Recomiendo ampliar las fotos con un doble click para ver mejor los nombres de las hierbas aromáticas y medicinales.

Más ingredientes.

 Algunos deben utilizarse con mucha moderación por tener un sabor muy acentuado o incluso por ser tóxicos en grandes cantidades.

 Con una hoja de laurel, una de ginkgo, otra de hierba de Santa María, una flor de granado, un trocito de algarroba verde y otro de algarroba madura, un poco de canela en rama, unos granos de enebro y de café, dos acículas de pino, un fruto de anís estrellado, un trozo de hoja de níspero, una rodajita de nuez todavía verde, un brotecito de romero, otro de madreselva, otro de olivo y otro de lavanda es suficiente. En cambio el hinojo, la melisa, el abrótano hembra, la salvia, el tomillo, la hierbabuena, la hierba luisa, la mejorana, el tilo y la menta pueden añadirse en mayor cantidad.

Cestita con guindas (Prunus cerasus), kumquats (Fortunella margarita) y limequats (Limequat eustis). Estos dos últimos frutos, kumquats y limequats, se pueden utilizar en sustitución de la corteza de naranja y limón.

 Antes de comer la deliciosa fideuá valenciana cocinada por la anfitriona, preparamos cada cual su frasco de hierbas.

Nos ayudamos con una lista de ingredientes apuntados en una hoja para no dejarnos ninguno.

El romero es básico pero siempre en poca cantidad. La ruda da mucho sabor y mucho aroma, pero es tan tóxica que con una hojita hay más que suficiente.

Uno a uno fuimos metiendo los componentes en los frascos.

  Una vez introducidos los ingredientes que cada cual ha elegido, se rellena la botella con una mezcla al 50% de anís seco y anís dulce. Se mete un amasijo de hojas de hinojo como relleno final para que sirva de filtro y salgan las "Herbes" limpias al verterlas en un vaso y finalmente se pone la botella en un lugar oscuro durante un mínimo de tres meses, pasados los cuales ya se puede probar el licor.

Terminado el trabajo de licoreros nos abrimos el apetito con un delicioso aperitivo a modo de tapitas preparadas por Biel y después nos zampamos la fantástica fideuá valenciana que se ve al fondo.


La clonación de un nogal del Cáucaso

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Acodado aéreo:  de una rama a un árbol independiente.

En una visita que hice a París, mientras paseaba por los jardines del Trocadero de camino a la Torre Eiffel, apareció ante mis ojos un árbol majestuoso, inmenso, casi diría descomunal, con un diámetro de tronco de más de 2 metros, tal vez el más grueso que había visto en mi vida. Era un Nogal del Cáucaso, Pterocarya fraxinifolia, una imponente juglandácea euroasiática de hasta 30 metros de altura que forma bosques mixtos en Armenia, Georgia, Azerbayán, Ucrania, Rusia, Irán y Turquía.


Nogal del Cáucaso del Trocadero de París. Teniendo en cuenta el dato histórico que sitúa en 1784 la introducción en Francia de esta especie caucásica y dado el grosor del tronco del ejemplar que embellece los jardines del Trocadero, me atrevería a asegurar que podría tratarse del primer nogal del Cáucaso sembrado en Europa Occidental. Tendría por tanto la venerable edad de 231 años, lo cual se correspondería con un crecimiento aproximado de 1 centímetro de grosor al año.

 
 Cuando volví a Mallorca tenía tal obsesión por conseguir un árbol de esta especie que al dia siguiente compré semillas por internet con la Visa. Esperaba que me mandarían unas pocas nueces, pero mi sorpresa fue mayúscula al abrir el paquete del pedido y encontrarme con cientos de semillas aladas, ligeras como las plumas de un gorrión.

 Sembré unas cuantas semillas en un semillero de plástico y de ellas nacieron unos arbolitos cuyas primeras hojas parecían los bigotes de un gato.

 Varios años después el más vigoroso ya superaba los tres metros. El nogal del Cáucaso es un árbol de crecimiento muy rápido durante sus primeros años de vida. 

Cada primavera le brotaban múltiples ramillas laterales que yo le podaba para favorecer su crecimiento vertical. El año pasado, cuando me disponía a podárselas de nuevo, se me ocurrió aprovecharlas para hacerle unos cuantos injertos y acodos aéreos.

Un par de meses antes de esta imagen ya había conseguido que agarrase un injerto por el Método Inglés con Lengüeta de Nogal negro norteamericano sobre la ramilla que se ve por detrás del tronco del árbol. Así que animado por el éxito del injerto interespecífico quise probar algo todavía más difícil: injertar una ramilla con una púa con hojas de Nogal de Pecan, Carya illinoinensis, por el Método Inglés Simple bajo bolsa de plástico y al mismo tiempo hacerle un acodo aéreo a la misma ramilla.

En esta imagen ya había terminado de acodar las tres ramillas. En el extremo de la que se dirige hacia la izquierda se ve la brotación del injerto de nogal negro norteamericano. A la derecha se ve la ramilla injertada de nogal de Pecán y en primer plano la ramilla que dejé sin injertar.

 
Los tres acodos y los dos injertos vistos desde el otro lado.

Imagen del injerto recién brotado de nogal negro norteamericano. Unos días después le retiré la atadura hecha con cinta de injertar de la marca valenciana Borrull.

Detalle de los tres acodos aéreos. A la derecha en el suelo se ve el tubo de riego por goteo.

La evolución posterior fue algo frustrante. Ninguno de los tres acodos echaba raíces, así que 10 meses después abrí de nuevo las bolsas y comprobé con sorpresa que en el anillo de corteza que les había quitado a las ramillas en el acodado del año anterior se había formado una nueva corteza y lógicamente no habían brotado raíces. Así que procedí a retirar un nuevo anillo, esta vez mucho más grande y rascando el cambium con el cuchillo para impedir que se volviese a regenerar la corteza. Tres meses después el acodo de la ramilla injertada con la púa de nogal negro había echado abundantes raíces, pero en cambio el injerto no había brotado en la primavera. Era evidente que el acodado había ahogado al injerto. Tampoco había agarrado en la otra ramilla el injerto de nogal de Pecán, aunque sí había echado abundantes raíces. Procedí entonces a cortar las ramillas enraizadas y las trasplanté en dos macetas individuales con tierra vegetal tipo Composana.

Esta es la ramilla en la que falló el injerto de nogal de Pecán. Se ven las abundantes raíces brotadas dentro del acodo. Una vez trasplantada en una maceta se la regalé a mi amigo y jardinero Llorenç. Si todo va bien dentro de unos años mi nogal del Cáucaso nacido de una semilla comprada por internet tendrá un hijo clónico viviendo feliz en su fantástica finca Sa Barraca Blanca.

Quedaba una ramilla sin enraizar, la más vigorosa y la única que no había sido injertada. Necesitó casi cinco meses para echar raíces, pero al final lo consiguió.


Ramilla vista desde el otro lado.

Tras retirar el papel de aluminio que impide que los rayos del sol sobrecalienten la tierra del acodo y quemen las nuevas raíces, comprobé con alegría que por fin había enraizado.

Había echado una sola raíz muy vigorosa que se había ramificado abundantemente.

Ramificaciones finas de la raíz.

Procedí entonces a cortar la ramilla por su base para separarla de la planta madre.

 Detalle de las raicillas por transparencia.

La ramilla acodada recién separada y apoyada contra el grueso tronco de una de mis dos encinas dulces.

 
El nuevo nogal del Cáucaso una vez trasplantado en una maceta con tierra Composana, que siempre me ha dado muy buenos resultados.

 El siguiente paso fue recortar las hojas más grandes para disminuir las necesidades de agua y nutrientes de la nueva planta, mientras sus raíces se van ramificando. A continuación coloqué el nogal clónico a la sombra fresca de un viejo níspero del Japón. Si todo va bien en unas semanas ya lo podré situar a pleno sol.


Virus del Mosaico de la Higuera

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La enfermedad del Mosaico de la Higuera lleva de cabeza a los ingenieros agrónomos, los virólogos, los fitopatólogos y por supuesto a los agricultores que cultivan este frutal mediterráneo para el aprovechamiento comercial de sus frutos. Todos los estudios hechos en las plantaciones de higueras buscando la presencia del virus en las células de las plantas han dado como resultado que prácticamente el 100% de los árboles están infectados por el virus. Ante este hecho irrefutable la única diferencia entre los diferentes cultivares estriba en la mayor o menor resistencia a la manifestación de la enfermedad según el genotipo varietal de la higuera. Habría pues genotipos resistentes, parcialmente resistentes y muy susceptibles, como la famosa Higuera Coll de Dama Negra, que se muestra muy sensible a la expresión fenotípica del virus.

Hace 10 años un médico norteamericano me mandó unas estacas de higuera de la variedad tejana llamada White Texas Everbearing, que podríamos traducir como "Blanca de Texas que da frutos todo el año." Una vez sembradas en macetas individuales dos de ellas enraizaron. Al ir desarrollando sus primeras hojas me llevé una desagradable sorpresa. Era evidente que estaban enfermas de alguna fitopatología que yo desconocía. Lo curioso era que, como se ve en la imagen, sólo parecía estar afectada la rama derecha, mientras que la izquierda se veía bien sana. Este detalle descartaba alguna carencia mineral como la clorosis.

Inmediatamente escribí un email al médico tejano pidiéndole explicaciones. En el correo le adjunté estas mismas fotografías. Su respuesta fue negativa. El árbol tejano del que había cortado las estacas se mostraba bien sano.

Investigué en internet sobre las enfermedades de las higueras y llegué a la conclusión de que se trataba del Mosaico de la Higuera, una enfermedad vírica transmitida en la naturaleza por la picadura del diminuto ácaro chupador de savia Aceria ficus, ampliamente extendido en toda la Cuenca Mediterránea y también a través de injertos de escudetes, placas o púas de árboles contagiados sobre árboles sanos. Así pues, mis dos higueras norteamericanas habían sido infectadas con el virus del Mosaico por la picadura del ácaro mediterráneo, de ahí que sólo se viera afectada alguna de sus ramas y no toda la planta.

Las hojas estaban visiblemente deformadas, con manchas más claras sin un patrón definido. La hoja de la imagen no tenía ni siquiera la típica forma de las hojas de las higueras.

Otra hoja de la misma higuera tejana en la que sólo se había desarrollado la mitad derecha.

Esta hoja mostraba una atrofia de las zonas afectadas, mientras que el resto tenía un buen desarrollo y una coloración normal.

Cuando la higuera presenta una afectación severa su crecimiento se ve menguado con brotes con entrenudos más cortos, hojas más pequeñas, deformadas y decoloradas, menor producción de frutos, que a veces también presentan manchas del mosaico y en definitiva mayores pérdidas económicas para el agricultor. Al ser una enfermedad vírica y afectar practicamente al 100% de los árboles nada se puede hacer para combatirla. Se han conseguido plantas libres del virus mediante sofisticadas técnicas de reproducción in vitro o por semillas no contaminadas en laboratorio, pero al estar tan extendido el ácaro transmisor del Mosaico no tiene sentido conseguir plantas sanas, ya que rápidamente son infectadas mediante la picadura del ácado.

Al mirar las hojas enfermas a contraluz las zonas afectadas se ven amarillentas y translúcidas como manchas de aceite, detalle típico de esta enfermedad vírica.

Otra hoja vista a contraluz.

En esta hoja se distingue claramente la zona sana de un verde oscuro en el centro mientras que el resto se muestra translúcido. 

Otra conclusión extraída de los numerosos estudios sobre esta enfermedad es que la expresión del virus es muy sensible a las altas temperaturas del tórrido verano mediterráneo, de manera que en pleno agosto las hojas afectadas suelen recuperar su color verde oscuro normal o bien se secan y caen y pocas semanas después brotan hojas nuevas totalmente sanas, fenotípicamente hablando, claro, pues el virus sigue en el interior de todas sus células, aunque sin expresarse paralizado por el calor.

Hoy, día 19 de julio, he pasado cerca de un torrente de Bunyola, una localidad mallorquina situada en la parte central de la Serra de Tramuntana, donde crece una higuera macho o cabrahigo, nacida de una semilla defecada por un ave en el lecho de un torrente. Llevo años observándola y en pleno verano suele tirar todas sus hojas enfermas, quedando prácticamente defoliada, brotando nuevas hojas sanas con la primeras lluvias de finales del verano o principios del otoño.

Sé que es un cabrahigo porque presenta las tres típicas cosechas de frutos de las higueras macho o higueras silvestres, como las llamadas "mamas" de la imagen, fotografiadas el 25 de enero. (Ver la entrada: Entre Mamas y Mamonas anda el juego.)

Una de lasmamas anteriores llena de flores femeninas transformadas en agallas por contener cada una de ellas una larva o una ninfa de la avispilla polinizadora, Blastophaga psenes.

Prohigo de la misma higuera macho fotografiado a finales de abril con flores masculinas y femeninas dentro del sicono.

Detalle de las flores.

Siguiendo con las fotografías hechas a las hojas, este año la afectación es muy severa, como se puede ver en la imagen. Otros años las hojas enfermas han sido más bien escasas.

Las hojas más distales tienen el 100% de sus tejidos afectados.

Es frecuente que las manchas enfermas se sequen como se ve en la hoja de la izquierda.

De los estudios sobre esta enfermedad los ingenieros agrónomos sacaron otra conclusión: la expresión fenotípica del virus se acentúa con el estrés de la higuera, ya sea por sequía extrema, podas severas para lograr árboles pequeños que faciliten la recolección de los frutos, carencia de nutrientes en el suelo, trasplante reciente, etc...  

En la siguiente primavera las nuevas higueras obtenidas a partir de las estacas de Texas ya no mostraron ningún síntoma de enfermedad, ni siquiera en el acodo aéreo extraído de una de sus ramas hace dos semanas, que una vez sembrado en una maceta con buena tierra vegetal y riegos abundantes no muestra ningún síntoma del Mosaico de las Higueras y ha crecido más de un palmo en 15 días. En la imagen se ve a mi amigo Jaume y su perrita Fosca sosteniendo el acodo aéreo de higuera norteamericana White Texas Everbearing, que sacamos de la higuera que le regalé hace dos años.

Esta higuera tejana tiene una gran facilidad para echar raíces, a pesar de estar todas las células de sus tejidos invadidas por el virus del Mosaico. 

Todo hace suponer que nuestras fantásticas higueras mediterráneas llevan conviviendo con el virus tal vez durante millones de años. Es más que probable que con unos cuantos millones de años más de evolución en simbiosis forzada, el genoma del virus del Mosaico acabe integrándose en el genoma de las higueras y la enfermedad deje de manifestarse. Al fin y al cabo según los genetistas todos los seres llamados superiores como nosotros mismos somos la suma de miles de virus que se han ido integrando en nuestro genoma durante millones de años de evolución. Como las higueras, los humanos somos pues un amasijo de virus.



El Rabiche y la Turqué

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¡Grande es la esperanza
del hijo del volcán,
de la oscura lava
y la blanca espuma
del embravecido mar!

Vuela raudo entre las ramas,
tupidas, sombrías, calmas,
laurisilva de sus padres,
allá, allende los mares,
entre tiles, barbusanos, 
madroños y garoés,
viñátigos y mocanes.

¡Cuán grande es la alegría
que anida en su joven alma!
Él no sabe que es el último.

Nació de un huevo, el único
que la gran reina rabiche,
venerable soberana,
parió sobre la hojarasca.

¡Cuán grande va a ser su pena,
su soledad, el dolor de su vida huera!
Él no sabe que es el último.



Recorre su vasto reino
en su silencioso vuelo,
en ilusionada búsqueda,
de una princesa azul,
de la selva la más bella.

Posado sobre un viejo til,
con sus ojos de sangre
y su plumaje añil, 
refulge cual un topacio
bajo los cálidos rayos 
del sol canario naciente.

¡Oh, cuán grande es la ilusión
que anida en su corazón!
Él no sabe que es el último.

Hincha su buche, zurea, canta,
y a los cuatro vientos lanza,
su cortejo de esperanza.
Entonces atiende, escucha,
mira a derecha, a izquierda,
silencio, sólo la brisa,
no hay respuesta a su llamada. 


Pasan lunas y más lunas,
sigue solo en la gran selva.
Él no sabe que es el último.

Ya el palomo es más que adulto.
Su corazón se entristece
y su zureo rabiche
pierde brillo, languidece.

¿Es que no hay nadie en la isla?
Se pregunta una y mil veces.
Él no sabe que es el último.

De pronto algo se mueve.
Es la paloma turqué,
la solterona del bosque,
ella también languidece.
Se lo dijo el viejo mirlo:
"Estás sola en este mundo.
No vas a encontrar marido."


El rabiche se la mira
y la turqué se estremece.
"No es de mi casta, ¿y qué?
Yo soltera no me quedo."

Él una fruta le ofrece
y en el pico se la pone.
Ella encantada la coge 
y enseguida se la traga.
¡Uhm, qué rica le sabe!  

Ya son pareja,  ya vibran
sus corazones felices.
Hablan idiomas distintos. 
Mas no precisan zureos,
con la mirada se entienden.

Él quiere anidar en el suelo
y ella en elevadas ramas.
"¿Cómo lo hacemos, dime?"
- le pregunta el rabiche
sólo con la mirada. 
"Los huevos los pongo yo, 
así que donde yo quiera"
-le contesta con los gestos
la enardecida turqué.

Pasan lunas y más lunas,
ya la selva está poblada.
Numerosos descendientes
más que zurear chapurran,
ni sus padres les entienden.
No son turqué ni rabiche
y el mirlo muy socarrón
les llama rabiturché.



El Mocán, sus bayas alimentaron a los guanches

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El Mocán o Mocanero, de nombre científico Visnea mocanera, es la única especie del género Visnea perteneciente a la familia de las Theaceae. Es un arbusto o pequeño árbol que no suele sobrepasar los 8 metros de altura, aunque excepcionalmente puede alcanzar los 15 metros. Es endémico de la región Macaronésica. Vive en las Islas Canarias y en Madeira.

 Flor y capullos florales de Mocán a finales de noviembre.

Las flores acampanadas se disponen en racimos colgantes.

Los cinco pétalos de la flor lucen un blanco inmaculado y suelen estar parcialmente soldados por su base. .

Los cuatro o cinco sépalos con frecuencia adquieren un vistoso color rojizo.

Las flores son hermafroditas. Los órganos reproductores están formados por un androceo en forma de múltiples estambres acabados en anteras color crema repletas de polen del mismo color, que rodean al gineceo constituido por un ovario ínfero que se prolonga en un corto pistilo acabado en un estigma trifurcado.

Fruto todavía verde a finales de mayo. Es una baya globosa con una semilla en su interior rodeada por una pulpa dulce y jugosa. Una vez ha madurado suele tener el tamaño y la forma de un garbanzo aunque en ocasiones puede alcanzar un tamaño más grande y llegar a los dos centímetros de grosor. 

Los frutos maduran en pleno verano, como los de la imagen fotografiados a principios de agosto. Los canarios los llaman yoyas y se los comen al natural como si fueran pequeñas cerezas. Los aborígenes canarios, los guanches, también se los comían, tanto en fresco como desecados, siendo un componente importante en su alimentación. También los machacaban y luego hervían a fuego lento hasta obtener una especie de miel o melaza rojiza. Incluso los fermentaban una vez machacados y fabricaban así un licor muy dulce llamado Quecerquén o Quarcequén.

Fruto maduro de un intenso color rojo sangre que en plena maduración adquiere un color púrpura casi negro. Al ser pariente del árbol del Té sus frutos y semillas contienen componentes similares al té verde, sobretodo antioxidantes y estimulantes suaves.

Cada fruto contiene una única semilla cónica rodeada por pulpa verde amarillenta. Las palomas Rabiche y Turqué, endémicas de Canarias, se alimentan de sus bayas, que evolutivamente tienen el tamaño y la forma ideales para ser tragadas enteras por estas aves, que tras digerir la pulpa, regurgitan o defecan las semillas lejos de la planta madre, siendo por tanto esenciales para la supervivencia de los bosques de Laurisilva.

Pequeño Mocán recién nacido a finales de septiembre de 2005. Nació de una semilla que me mandó mi amigo Josep procedente del Jardín Botánico de Barcelona. Ahora, diez años después, se ha convertido en un arbolito muy sano y vigoroso de unos tres metros de altura, que vive muy a gusto en mi jardín en plena Serra de Tramuntana de Mallorca. Sus antepasados ya vivieron aquí hace millones de años cuando en la Cuenca Mediterránea reinaba un clima subtropical cálido y húmedo semejante al de las paradisíacas islas de la Macaronesia.



Almallutx: dramas y tesoros

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El pasado día 19 de octubre el arqueólogo Jaume Deià organizó una visita al yacimiento musulmán de Almallutx a la que me apunté junto a un grupo de amigos. El nivel del agua del embalse que cubre los restos arqueológicos estaba más bajo que nunca y habían quedado expuestos los muros derruidos de numerosas casas musulmanas e incontables fragmentos óseos y cerámicos.
 
La tierra se veía todavía muy húmeda por la reciente retirada estival del agua del embalse que la cubría.

Todos escuchábamos atónitos las explicaciones sobre la masacre de los mallorquines de Almallutx a manos de los piratas catalano-aragoneses que Jaume nos relataba con contundente vehemencia.

Como ya expliqué en dos artículos anteriores, en Almallutx son tan abundantes los restos óseos que teníamos que ir con cuidado de no pisotear huesos humanos, como los de este pie que se conserva entero y que podría haber sido cercenado de un hachazo o golpe de espada por encima del tobillo durante la masacre. (Ver artículos anteriores: Almallutx fue su último refugio y Almallutx, el valle del genocidio).

 El grupo de amigos ante los restos del yacimiento talayótico de Almallutx unos milenios más antiguo que el yacimiento musulmán.

El biofísico Ernesto Nicola junto al monumento talayótico anterior con el embalse del Gorg Blau al fondo.

Otro monumento de la época talayótica.

Al finalizar la visita Jaume Deià, con los ojos brillantes por la emoción de entusiasta arqueólogo enamorado de su trabajo, nos reveló un gran secreto, el hallazgo de un tesoro arqueológico todavía sin excavar, una tinaja prácticamente entera (que en la isla llamamos alfàbia en la variante mallorquina del catalán, palabra que procede directamente del árabe andalusí al-ẖābya, idioma que hablaban los mallorquines hace 800 años, ya que las islas pertenecían al Al-Andalus musulmán). Esta palabra y unas cuantas decenas más, junto con miles de topónimos, son los únicos vocablos andalusíes que conservamos los isleños de nuestros antepasados musulmanes que lograron sobrevivir al genocidio y permanecieron en la tierra que les vio nacer denigrados a la condición de esclavos al servicio de los asesinos de sus padres. 

No se conoce con certeza el número exacto de moros, tal vez unos 3.000, sobretodo niñas, que sobrevivieron y con el tiempo tuvieron descendencia, ya fuera por violación o por matrimonio forzado con los invasores tras ser obligadas a convertirse al cristianismo. El estudio del genoma de los actuales isleños nos deparará muchas sorpresas, como el dato que ya se conoce sobre el cromosoma Y de los varones actuales con apellidos de probable origen musulmán y/o judío, según el cual entre un 7 y un 10% de ellos llevan un cromosoma Y norteafricano igual al de los actuales bereberes. Teniendo en cuenta que la mayoría de supervivientes fueron niñas, muy apreciadas como botín de guerra y fáciles de capturar y someter, si el cromosoma Y bereber representa el antedicho %, ¿cuantos isleños actuales llevamos un cromosoma X procedente de las niñas esclavas andalusíes?

Unos días después Jaume me mandó un whatsapp invitándome a la extracción de la tinaja. Cuando llegué al valle de Almallutx el joven arqueólogo, ayudado por el veterano arqueólogo Toni de Cúber que 40 años atrás excavó el yacimiento talayótico de aquel paradisíaco altiplano y media docena de voluntarios más, algunos de ellos estudiantes y otros simplemente entusiastas de la arqueología, habían limpiado de tierra el cuello de la vasija y las piedras planas que la protegían, colocadas 800 años atrás por los moradores de la casa.

Cuello de la tinaja fragmentado por el enorme peso de la tierra depositada sobre ella durante ocho siglos.

Con manos delicadas de cirujano Jaume y sus ayudantes fueron retirando las piedras planas que protegían la tinaja.

Bajo las losas había barro empapado por el agua del embalse que sólo un mes atrás cubría la tinaja.

Jaume Deià y el veterano arqueólogo Toni de Cúber protegido del sol por un sombrero, retirando grumo a grumo con mucho cuidado y maestría la tierra lodosa, observados de cerca por Marta, la novia de Jaume Deià y por Jaume de Lloseta, un aficionado a la arqueología y zahorí.

Los dos arqueólogos recogían la tierra y la guardaban en bolsas para su posterior estudio en el laboratorio de Can Xoroi situado en el cercano y paradisíaco municipio de Fornalutx, topónimo de inequívoco origen musulmán.

Bajo el lodo apareció el piso empedrado de la vivienda musulmana. Sin duda la tinaja era una especie de despensa donde guardaban los alimentos.

 Durante el receso del almuerzo yo aproveché para tomar estas fotografías de los restos de las imponentes encinas varias veces centenarias que 43 años atrás crecían en el bosque impenetrable que cubría el altiplano de Almallutx, hoy día inundado la mayor parte del año por las aguas del embalse del Gorg Blau.

Este tronco mide más de un metro de diámetro, lo que nos da una idea del tamaño descomunal que debía tener la encina. En 1971 fueron taladas cientos de encinas iguales a ésta para construir el embalse.

Al lado de los tocones de encina se encuentran los restos de una gran mezquita en los que el zahorí Jaume nos aseguró sentir una gran energía en el punto exacto de la imagen, el centro del Mihrab, que en las mezquitas es el lugar que indica hacia donde hay que mirar cuando se reza, es decir, hacia La Meca. 

El cable metálico que sostenía entre las manos se inclinaba hacia abajo con mucha fuerza.

El cuerpo del zahorí temblaba por la intensa energía que percibía en el lugar del Mihrab señalado por el cable. No nos supo decir qué podía haber bajo sus pies, tal vez la sepultura de un imán o una correntía de agua subterránea. Las excavaciones nos sacarán de dudas.

Tras el almuerzo prosiguió la excavación alrededor de la tinaja. La tierra de su alrededor y algunos pequeños restos cerámicos y probables huesos de una gallina fueron cuidadosamente guardados en distintas bolsas de plástico.

Visión cercana de la tinaja con el piso empedrado a su alrededor.

La habitación rectangular de la casa musulmana con los restos de sus muros a su alrededor. La pared alta que se ve al fondo fue construida con posterioridad hace unos pocos siglos por los dueños de la finca de Almallutx para contener el ganado ovino y caprino, aprovechando las piedras de la casa y destruyendo así por pura ignorancia y desprecio hacia el pasado musulmán de Mallorca los muros de los edificios del yacimiento. Se ve muy bien el piso empedrado sobre el que caminaban los moradores de la casa y en la esquina de la derecha la gran tinaja prácticamente entera, la única musulmana que se conoce que no está completamente fragmentada.

Así suelen encontrarse todas las vasijas musulmanas, de ahí el gran valor de la tinaja de esta casa de Almallutx.

Jaume fotografiando su tesoro desde distintos ángulos.

Durante la minuciosa toma de fotografías Jaume era observado por su novia Marta.

Y llegó por fin el momento más esperado por todos los allí presentes, la retirada del tapón de barro y piedras que la obturaba. La espectación era tan grande por ver el supuesto y maravilloso "Tesoro de las Mil y Una Noches" que contenía que todos nos agolpamos ansiosos alrededor de la tinaja.

Deseábamos tanto que contuviera monedas y joyas de oro y plata que nuestros ojos creyeron ver brillos y formas sobre la superficie lodosa, que al final tras una inspección cuidadosa no fueron más que espejismos fruto de nuestra imaginación. ¡Vaya decepción! Para animarnos Jaume nos dijo que a lo mejor el tesoro estaba bajo la capa de barro en el fondo de la tinaja. Tendrían que estudiar minuciosamente su contenido y mandarlo analizar en busca de polen y otros restos.

Se acercaba la noche, empezaba a hacer frío y debíamos dejar la extracción de la tinaja para el día siguiente.

Antes de despedirnos nos hicimos una foto como recuerdo.

Yo no estuve en la extracción, pero Jaume me mandó varias fotografías para que tuviera constancia del proceso.

La tinaja tenía una grieta que la recorría en toda su longitud. Para evitar que se rompiera durante su traslado la rodearon con trozos de porexpán sujetados por una cuerda y la llevaron entre todos sobre una red de pescador hasta la carretera, la metieron en un coche y de ahí hasta el laboratorio de Can Xoroi.

La tinaja o alfabia en Can Xoroi.

Jaume me explicó que, cuando vaciaron su contenido para mandarlo a un laboratorio especializado, bajo el barro se encontraron con una capa de casi 20 centímetros de cenizas, que se depositaron en el fondo de la tinaja durante el espantoso incendio de la casa provocado por las huestes invasoras.

 El fondo de la tinaja está roto pero en Can Xoroi conservan todos los fragmentos y una vez restaurada quedará perfecta. Lucirá en todo su esplendor en el Museo de Mallorca. Arriba a la derecha se ve un agujero por donde los moradores de la casa metieron una especie de grapa metálica para sujetar y reparar la grieta. Tras 800 años la grapa ya ha desaparecido corroída por el agua del embalse.

 Noticia del hallazgo de la tinaja en la prensa local de la comarca de Sóller, Deià, Fornalutx, Bunyola y Escorca.

En mi primera visita al laboratorio de Can Xoroi me llamaron la atención dos fragmentos óseos de un cráneo hallado en Almallutx que presentaban un grosor desmesurado y unas deformidades muy llamativas. Hace unos días el arqueólogo y amigo Jaume Deià tuvo el detalle de permitirme tomarles unas fotos para intentar esclarecer la patología que aquejaba a aquel individuo, cuyo sexo no me atrevo a suponer por no contar con los demás huesos de la cara y del resto del esqueleto. Tras varios días estudiando las fotografías tengo la osadía de orientar el diagnóstico hacia una displasia ósea congénita que afecta a los huesos de la cabeza, sobretodo a los de la cara y a los huesos largos de las extremidades, las costillas, las clavículas y la pelvis, la Displasia cráneo-diafisaria.

Esta enfermedad suele acompañarse frecuentemente de déficit mental por el cierre prematuro de las suturas craneales, lo que impide que el cerebro pueda expandirse y crecer por encontrarse aprisionado entre las paredes herméticamente cerradas de la caja craneal. El engrosamiento desmesurado de los huesos craneales acaba provocando a los afectados ceguera por compresión del nervio óptico, sordera con frecuencia bilateral por obliteración ósea de las cavidades auditivas, convulsiones, obstrucción nasal completa con anosmia y respiración ruidosa por la boca, mientras que las alteraciones de los huesos largos de los miembros inferiores les dificultan o incluso impiden la marcha.

 Cara externa del hemicráneo encontrado en Almallutx correspondiente a un niño o adolescente aquejado de una probable Displasia cráneo-diafisaria.

 Se ve bien la línea sinuosa de la sutura coronaria o frontoparietal. Las demás suturas o conexiones entre huesos presentan una sinóstosis total (unión ósea completa con osificación de los tejidos de conexión y borrado de las líneas suturarias). El hueso frontal presenta un abombamiento muy llamativo por el crecimiento exagerado en grosor, dureza y densidad del tejido óseo, lo que recibe el nombre de hiperóstosis y esclerosis ósea.

Cara interna del hemicráneo anterior. A la izquierda por encima de los huesos frontales se ve una cavidad que se corresponde con el seno frontal. Se aprecia el exagerado grosor del hueso frontal con respecto al de los huesos parietal y occipital, por lo demás también más gruesos de lo normal.

 Visión frontal del hemicráneo anterior en el que llama la atención la región nasal muy ensanchada y aplanada que ocasiona una separación exagerada de las órbitas llamada hipertelorismo.

Observando y sopesando estos huesos con apariencia y consistencia pétrea me imaginé la violencia de la muerte del pobre niño o adolescente. Unos huesos tan duros no se fragmentan espontáneamente ni con el paso de 800 años. Sin duda fue asesinado a golpes con un objeto contundente y aplicando una gran fuerza. ¿Murió salvajemente apaleado o apedreado durante la masacre de los refugiados moros a manos de los invasores cristianos? Todo hace suponer que así fue.

La rama ascendente del hueso maxilar presenta una sinóstosis casi completa en su articulación con el hueso frontal de manera que sólo se aprecia una pequeña línea de sutura entre ambos huesos.

Sinóstosis de la sutura internasal de ambos huesos nasales en un solo hueso aplanado en forma de silla de montar. Persiste bien visible la sutura nasomaxilar que articula el borde externo de cada hueso nasal con la rama ascendente del hueso maxilar, así como también la sutura frontonasal  entre el borde superior de los huesos nasales y la escotadura nasal del hueso frontal.

En el borde orbitario se ve una especie de muesca en el hueso, la escotadura frontal media (incisura frontalis medialis) por donde pasaban el nervio y la arteria frontal media o supraorbitaria y otra muesca más pequeña, la escotadura frontal lateral (incisura frontalis lateralis) por donde pasaban el nervio y la arteria frontal lateral. Ambas escotaduras son totalmente normales. Sobre el borde orbitario derecho del hueso frontal se pueden ver dos agujeros vasculares (foramina vascularis) por los que entraban los vasos nutricios que alimentaban el grueso e hiperostótico hueso frontal.

 Región orbitaria. Arriba se ven los huesos nasales y el seno frontal.

Hueso muy engrosado con osificación exagerada por predominio desmesurado durante la niñez y la adolescencia de la actividad formadora de hueso de los osteoblastos, que supera con creces la actividad de reabsorción de hueso de los osteoclastos. Si el paciente logra alcanzar la edad adulta el crecimiento óseo se estabiliza y los huesos dejan de crecer. Sin embargo muy pocos enfermos logran superar los 20 años de vida, ya que las graves complicaciones neurológicas que padecen suelen ocasionarles la muerte.

El hueso frontal tiene un grosor el doble del normal. Se ven las trabéculas muy engrosadas con un entramado muy compacto que deja poco espacio para el tejido hematopoyético.

 Imagen de un niño aquejado de Displasia cráneo-diafisaria con crecimiento desmesurado de los huesos de la cara: frente y pómulos abombados, huesos nasales ensanchados y aplanados con separación muy llamativa de los ojos (hipertelorismo), desplazamiento hacia abajo de los cartílagos nasales con posición muy baja de la nariz y obstrucción de las cavidades nasales por crecimiento hacia dentro de los huesos, lo que obliga al niño a respirar por la boca. Estos rasgos le dan un aspecto que recuerda a la cara de un león, de ahí que reciba el nombre de facies leonina o leontiasis. Esta imagen pertenece a la web del Aula de Patología de la Universidad de Oviedo

 Adulto joven con Displasia cráneo-diafisaria. Presenta facies leonina o leontiasis, agravada por un crecimiento asimétrico de los huesos de la cara, hipertelorismo extremo, cejas altas, huesos nasales ensanchados y aplanados, nariz baja, región malar izquierda muy abombada, mandíbula y boca asimétricas e inserción muy baja del pabellón auricular derecho. Esta imagen pertenece a la web del Indian Journal of Ophthalmology

Esta enfermedad congénita, especialmente la forma que afecta a los huesos de la cara, suele transmitirse por herencia autosómica recesiva, debiendo ser portadores del gen defectuoso los dos progenitores, de manera que la probabilidad de tener un hijo enfermo es del 25%.

Y ahora surgen las preguntas que tal vez nunca tendrán una respuesta. ¿Fue la consaguinidad de sus padres la causa del nacimiento de este niño enfermo? ¿Abundaban hace 800 años en Mallorca los portadores del gen de la Displasia cráneo-diafisaria? Como todavía ocurre en muchas zonas rurales del Magreb, ¿eran frecuentes en aquellos tiempos los matrimonios entre primos y primas o entre tíos y sobrinas?




Virus del enrollamiento de la hoja de la vid.

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Entre otras muchas variedades de uva vinícola la Touriga Nacional es especialmente sensible a la infección por el Virus del enrollamiento de la hoja de la vid, Grape Leafroll Disease en inglés, una de las enfermedades víricas de las vides viníferas más extendida en todo el mundo. Se conocen 10 cepas de virus de la familia Closteroviridae causantes de esta enfermedad.

La Grape Leafroll Disease es una severa infección que disminuye el vigor y la producción de uva y en muchos cultivares acorta la vida de la planta debilitándola hasta provocarle la muerte, pero la belleza otoñal que confiere a las hojas de la vid enferma tiñéndolas de un intenso color rojo sangre es espectacular. En la imagen se ve una parra de la variedad de uva negra llamada Touriga Nacional.  

(Recomiendo ampliar las fotos con un doble click)

Las hojas de la vid enferma a finales del verano se tiñen de un intenso color rojo-morado y sus bordes se enrollan hacia la cara inferior, de ahí el nombre que se le da a esta fitopatología.

La uva Touriga Nacional se utiliza sola o mezclada con otras uvas para la producción del famoso vino de Oporto. Y precisamente de la región que circunda la bellísima ciudad portuguesa de O Porto, justo al lado de la ribera del Río Lima ( Limia en su recorrido gallego) en el municipio de Ponte de Lima, en febrero del año 1988 me traje unos sarmientos de esta variedad. 

Una vez de vuelta a Mallorca sembré los sarmientos y me agarraron todos rápidamente. 

Mis parras Touriga Nacional portuguesas tienen pues casi 27 años de edad. Cuando empezaron a fructificar me atreví a producir unos cuantos litros de vino con los pequeños racimos de estas vides portuguesas y el resultado fue un vino extraordinario, absolutamente delicioso, con un bouquet exquisito. Foto realizada el día 16 de agosto de 2015.

 Si se prueba un grano de esta uva en fresco tiene un sabor muy ácido casi amargo e intensamente astringente por su riqueza en taninos.

Una de las características de la variedad Touriga Nacional es su escasa producción de uva. Los racimos son además bastante pequeños.

Desde el primer año me llamó la atención la intensa coloración roja que adquirían las hojas de estas vides en otoño, pero pensé que debía ser una característica fenotípica de la variedad Touriga Nacional y como han seguido aparentemente sanas durante este largo cuarto de siglo no me imaginé que en realidad se trataba de una infección vírica. 

 Hace unos días se me ocurrió escribir un artículo sobre mis queridas vides portuguesas y al buscar información en internet me llevé la desagradable sorpresa de que sus bellísimas hojas rojas son la manifestación de una grave enfermedad. Ahora me estoy planteando eliminarlas. 

Muchas variedades antiguas de vides europeas están infectadas por este virus sin que por ello les suponga ningún problema aparente. Así por ejemplo en tres de las variedades clásicas mallorquinas cultivadas en las viejas plantaciones vitivinícolas de la isla se ha encontrado que están infectadas por varias de las cepas del virus que provoca el enrollado de la vid (GLRaVs) en el sorprendente porcentaje de un 71% en Manto Negro, 78% en Callet y 60% en Moll. Las mismas vides en un porcentaje aproximado de un 50% están infectadas a la vez por múltiples virus de diferentes enfermedades víricas, es decir, que su genoma contiene la información genética de varios virus que trastornan para bien o para mal la expresión de sus propios genes.

Una de las expresiones del genoma del virus del enrollamiento es la producción exagerada por las células de las hojas de los mismos pigmentos antocianos que dan el color oscuro o tinto a la uva y al vino de Oporto. 

En infecciones severas las hojas llegan a adquirir un color morado muy oscuro parecido al de la fruta. Sus tejidos están engrosados y sus bordes enrollados hacia la cara inferior. Se mantienen sobre la vid enferma hasta principios del invierno, varias semanas después de la caída de las hojas verdes de las vides sanas.

Curiosamente las nerviaciones de las hojas conservan el color verde.

Este detalle es diagnóstico de la enfermedad.

Detalle de las nerviaciones verdes.

En el envés presentan las pilosidad normal de las hojas de Vitis vinifera.

 Detalle de la pilosidad lanosa que no se altera por la enfermedad.

Aspecto microscópico a 40 aumentos del tejido foliar de una hoja enferma.

 Por desgracia la única solución para tratar esta virosis consiste en arrancar de raíz todas las vides infectadas y quemarlas sin contemplaciones. Para sembrar un nuevo viñedo en el mismo terreno se debe recurrir a plantas sanas injertadas sobre vides americanas (Vitis riparia, Vitis labrusca, Vitis berlandieri, etc.) o sobre cepas híbridas entre Vitis vinifera europea y vides americanas, todas ellas resistentes a este virus, así como a la temible Filoxera.

En las vides de uva blanca infectadas por el virus la enfermedad se manifiesta como una clorosis de los tejidos foliares que respeta las nerviaciones, aunque en algunos cultivares también pueden adquirir un ligero color rojo. En la imagen se ve una parra vinícola de uva blanca. No conozco el nombre de la variedad. En el sarmiento de la derecha, cercano a una vid Touriga Nacional infectada, llama la atención el tinte ligeramente más rojo de las hojas, mientras que las de los sarmientos de la izquierda se mantienen más amarillentas. 

Esto podría ser debido a que la infección es reciente y se ha producido por la cercanía de la vid enferma de la derecha.

 Sarmiento infectado de la vid de uva blanca.

Detalle de los tintes rojizos de las hojas del sarmiento anterior.

Se sabe desde hace décadas que esta virosis se transmite a través del injerto procedente de cepas infectadas. También se ha constatado las transmisión a través de la picadura de varias especies de cochinillas algodonosas chupadoras de savia del género Pseudococcus.

 Una curiosidad muy llamativa de esta infección es que afecta casi exclusivamente a las vides vinícolas y respeta la mayoría de las no-vinícolas, es decir, las que producen uvas de mesa. De momento todavía se desconoce la causa de esta preferencia.


Chayotes de México en abrigo de almendras con sobrasada de Vic y batatas de Málaga

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El Chayote de México es una cucurbitácea subtropical de nombre científico Sechium edule que crece como una liana trepadora sobre las ramas de los árboles cercanos. Se adapta perfectamente al clima mediterráneo hibernando durante los meses más fríos en forma de rizoma subterráneo que vuelve a brotar largos sarmientos en primavera. A finales de septiembre, aprovechando las primeras lluvias otoñales, florece abundantemente y madura sus frutos a las pocas semanas, dando una gran cosecha de enormes chayotes que suelen pesar entre 300 gramos y más de un kilo.

Plato ya preparado. A continuación os explico su elaboración. Os recomiendo ampliar las fotos con un doble click.

El pasado domingo mis amigos Jaime y Matilde me invitaron a comer en su fantástico y paradisíaco huerto-jardín.

Tras una agradable sobremesa llegó la hora de marcharme y Matilde me regaló estos dos chayotes. Esta mañana al ser un dia muy lluvioso y no poder salir al campo me he entretenido cocinando estos dos enormes y espinosos frutos americanos.

 Cada uno de ellos ha pesado 450 gramos exactos.

Las espinas protectoras son temibles, verdaderas agujas de acero.

Si un chayote se deja en un lugar iluminado durante los meses de invierno empieza a brotar y a echar raíces espontáneamente.

Aquí podéis ver un chayote de una variedad blanca brotando y echando raíces, lo cual facilita su reproducción, pues basta con situarlo sobre la tierra cuando ya no haya peligro de heladas y él sólo se enraíza sin necesidad de cubrirlo ni enterrarlo.

 Hay muchas variedades de chayote: blancos, verdes, amarillos, con espinas, sin espinas, etc... El de esta imagen es blanco inmaculado y sin espinas.

Flor femenina del chayote blanco anterior.

Flores masculinas.

 Chayotes partidos por la mitad. Cada fruto contiene una única semilla muy grande y tierna.

Semilla de Chayote de México extraída de su membrana pericárpica.

Con la ayuda de un pelador de patatas se eliminan fácilmente las espinas.

La pulpa puede extraerse con la ayuda de una cucharita de postre.

Es muy tierna y fácil de extraer.

Las dos mitades de un chayote ya vacías preparadas para el relleno. Para precocinarlas las he metido en el microondas a máxima potencia durante 4 minutos, luego les he dado la vuelta para que se acaben de reblandecer durante 4 minutos más.

La pulpa extraída de los dos chayotes.

La misma pulpa ya troceada.

Para dos chayotes he troceado tres ajos y una cebolla pequeña.

He pensado que al sofrito le irían bien unos taquitos de la deliciosa Sobrasada de Vic, un embutido antiguo de Mallorca que muy poca gente conoce  parecido al Fuet catalán, sin duda herencia de los repobladores que vinieron de Cataluña hace ocho siglos. Los historiadores aseguran que la famosa sobrasada mallorquina actual no es más que sobrasada de Vic a la que se le añadió pimentón dulce y un poco de pimentón picante al empezarse a cultivar en las Islas Baleares los pimientos americanos tras el "descubrimiento" de América.

Hace 40 años los trozos de carne y tocino del relleno de la sobrasada de Vic eran más grandes, pero los gustos del consumidor han cambiado y ahora se pican más como en el Fuet, su primo hermano catalán.

Es muy práctico guardar perejil congelado en el frigorífico. He troceado unas cuantas hojas para añadir al sofrito.

 He ido echando los ingredientes en una sartén con dos cucharadas de aceite de oliva, añadiendo una cucharadita (café) de tomillo en polvo, otra cucharadita de sal marina, media cucharadita de nuez moscada en polvo y otra media cucharadita de pimienta negra molida. Al final de la cocción con el fuego ya apagado he añadido al sofrito una cucharada de postre de pimentón dulce.

Y éste es el resultado. Huele tan bien y tiene tan buena pinta que dan ganas de comérselo tal cual.

Al sofrito anterior le he añadido un huevo para ligar el relleno.

Con la ayuda de una cucharita de postre he rellenado los chayotes ya precocinados en el microondas.

A continuación he cubierto el relleno con una capa generosa de almendra cruda en polvo, la misma que se vende para preparar helado.

 Tras 20 minutos en el horno a 180ºC y cinco minutos más para gratinar la almendra aquí tenéis el resultado.

Uhmmm, qué buena pinta, ¿verdad?

Jugoso, sabroso, aromático, delicioso, un verdadero manjar de dioses.

Y  como guarnición he completado el plato con dos batatas de Málaga asadas al horno y aliñadas con una pizca de sal marina y un chorrito de aceite de oliva virgen extra.

¡Buen provecho, amigos!



UN PACIENTE AGRADECIDO

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Esta tarde uno de mis pacientes, agradecido por mis servicios, me ha traído a la consulta una bolsa con más de un kilo de nízcalos que acababa de encontrar en las montañas recién regadas por copiosas lluvias de la Serra de Tramuntana de Mallorca, concretamente en los exuberantes y paradisíacos bosques de pinos carrascos, encinas, olivos, acebuches, lentiscos, aladiernos, madroños, labiérnagos, jaras y carrizos de Sa Calobra. Los viejos médicos como un servidor con más de tres décadas de ejercicio profesional en su haber agradecen estos detalles tan bonitos y ¡sabrosos!

¡Qué hermosura!, ¿verdad?

Ya en casa y tras una minuciosa limpieza de tierra y hojarasca aquí podéis ver estos dos fantásticos platos llenos a rebosar de nízcalos sanísimos.

 Entre la cincuentena de nízcalos he encontrado tres de un color diferente. En lugar de ser rojos-vinosos con tintes verdosos son anaranjados también con tintes verdosos. Los primeros, los más abundantes en los bosques mallorquines, son de la especie Lactarius sanguifluus y los segundos Lactarius deliciosus.

Aquí se ven mejor las diferencias que son muy llamativas.

Una de las múltiples recetas mallorquinas con las que se preparan los nízcalos o rovellones, que en la isla llamamos "esclata-sangs" = que revientan en sangre, son los "Esclata-sangs amb llom" = Nízcalos con lomo.

En una sartén con aceite de oliva se fríe el lomo con unos ajos troceados, se salpimenta y se retira del fuego, reservándolo en una plato. A continuación en el mismo aceite se sofríen unos tomates y una cebolla, que yo he sustituído por unas cebollitas pequeñas enteras. Un poco antes de que estén sofritas del todo se les añaden los nízcalos troceados, medio vaso de vino tinto y media cucharada de pimentón dulce. Se rectifican de sal y en cuanto el vino se haya evaporado ya está listo el plato.

Os aseguro que me han sabido a gloria, regaditos con un generoso vaso de vino tinto.

¡Buen provecho, amigos!


Helianthus tuberosus, el girasol que da patatas

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Aguaturmas, turmas de tierra, tupinambos, topinambures, topís, patacas, alcachofas de Jerusalén, batacas de caña, marengueras, peras de tierra, macucas, patatas de palo, cotufas, patacas pedorras, castañas de tierra y otros muchos nombres más reciben los tubérculos de la hierba canadiense de la familia de las Compositae de nombre científico Helianthus tuberosus, prima hermana del auténtico girasol de pipas, Helianthus annuus.

Aguaturmas recién recolectadas tras arrancar las plantas secas en invierno. Recomiendo ampliar las fotos con un doble click para apreciar mejor los detalles.

Brotes nuevos surgidos de los tubérculos en primavera tras la hibernación. En el siglo XVII un francés la encontro creciendo silvestre en la provincia canadiense de Nueva Escocia, se le antojó muy bonita y la trajo a Europa como planta de jardín con el nombre de Girasol de Canadá. Desde entonces se ha extendido su cultivo por todo el mundo tanto como planta ornamental como para el aprovechamiento de sus tubérculos.

Las flores de pétalos dorados son como pequeños girasoles que brillan con luz propia.

Las plantas de Helianthus tuberosus pueden alcanzar los dos metros de altura. A finales del verano y principios de otoño florecen abundantemente cubriéndose de flores como la de la imagen como si de un firmamento de estrellas se tratase.

Los falsos pétalos amarillos o lígulas en un número que oscila entre 10 y 20 rodean la inflorescencia o capítulo formado por hasta 30 florecillas.

Sólo las flores periféricas tienen pétalos, sólo uno y muy grande, llamado lígula. Se les llama por ello flores liguladas. Las que ocupan el interior del capítulo carecen de pétalos y reciben el nombre de flores tubulares o flósculos. Ambos tipos de flores cuentan con un ovario ínfero que se transformará en una semilla, del que surge un largo estigma femenino con el extremo bifurcado rodeado por varias anteras masculinas soldadas entre sí más cortas que el estigma.

En invierno la parte aérea de la planta se seca, quedando en la tierra los tubérculos cuyas yemas brotarán en primavera tras la hibernación, repitiendo así año tras año su ciclo vital.

Los tubérculos son raíces engrosadas que acumulan azúcares y otros nutrientes.

Tras proceder a su lavado con abundante agua y al recorte de las raicillas las aguaturmas quedan listas para su consumo. Se pueden comer crudas tal cual. Su pulpa es crujiente y su sabor es muy dulce y refrescante. Cortadas en dados o rodajitas se pueden añadir a ensaladas.

Simplemente hervidas con agua y sal y aliñadas con aceite de oliva tienen un sabor delicioso. En el plato de la imagen las cubrí de mahonesa y las acompañé con un tamarillo de Colombia cortado en cuatro trozos. Preparadas de esta manera tan sencilla están tan buenas que saben a poco. Su pulpa es muy suave y la piel es muy fina y no molesta al masticarla.

Y aquí las tenéis acompañando un contundente plato de frijoles. Son una verdadera delicatessen.

El Helianthus tuberosus tiene una gran facilidad para asilvestrarse y convertirse en una verdadera plaga. En los lugares donde pone en peligro la flora autóctona resulta difícil de erradicar, ya que siempre queda algún pequeño tubérculo o un fragmento de rizoma que perpetúa el problema. Sin embargo yo le veo el lado positivo. Mientras las plantas son arrancadas se puede hacer acopio de sus deliciosos tubérculos y darse luego un festín con ellos. No hay mal que por bien no venga.



COCA DE HIGOS CON PIÑONES

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En las Islas Baleares llamamos COCA a las tortas, tartas, pasteles, bizcochos, es decir, todos los productos de repostería en forma redondeada o cuadrada y más o menos grandes.


Las cocas saladas, sólo con verduras (coca de julivert, coca de trempó, coca de pebres torrats) o bien acompañadas de trozos de tocino, carne o pescado (arenques, sardinas, lampuga) y otros ingredientes son muy semejantes a las pizzas italianas y las dulces tienen una infinidad de combinaciones (gató d'ametlla, coca de quarto, coca d'ous pujats, coca d'ous batuts, coca de brossat, coca d'albercocs, coca de cireres, coca de poma, coca de raïssons, etc). Incluso las hacemos agridulces (coca amb tallades), con trocitos de sobrasada, botifarrón, camaiot, tocino, combinados con albaricoques, ciruelas, cerezas, piñones, ... todo regado con abundante azúcar que, una vez horneada la coca, queda caramelizado sobre los demás ingredientes y les confiere un sabor chocante y exquisito.

Esta tarde, ante la abundancia de frutos en mis higueras, se me ha ocurrido preparar una coca con higos y piñones.

La masa para una coca mediana tiene los siguientes ingredientes: 80 gramos de mantequilla, una cucharada sopera de azúcar, medio vaso de agua y la harina de trigo que se beba. Una vez amasada debe quedar compacta, elástica y no debe pegarse a los dedos.

Se cubre una bandeja para hornear con papel encerado.

Se va aplastando la masa hasta cubrir toda la bandeja formando un borde elevado y se recorta el papel sobrante.

Se echa una cucharada sopera de leche condensada.

Y se reparte bien sobre todo el fondo de la coca. En lugar de la leche condensada se le puede echar una crema pastelera, pero en el caso de los higos frescos no es una buena idea, pues éstos desprenden mucho jugo al hornearse y la coca quedaría muy acuosa.

Se rellena la coca con dos capas de higos cortados en rodajas de medio centímetro. Son de cuatro variedades: Blava, Coll de Dama Negra, Albacor y Napolitana Blanca.

Se le echa por encima  un puñado de piñones crudos.

Y con la ayuda de un pequeño colador se cubre todo con una capa de azúcar glass. A continuación se mete en el horno a 180 ºC durante 45 minutos, pasados los cuales se continúa con 5 minutos de grill a 200 ºC para tostar los piñones y caramelizar el azúcar.

Y aquí tenéis el resultado: una deliciosa coca de higos con piñones. Os aseguro que huele de maravilla y su aspecto ya no puede ser más apetitoso.

El grosor de la coca es de unos 2 centímetros.

Al ser higos polinizados por la avispilla Blastophaga psenes tienen muchas semillitas que crujen entre los dientes al masticarlas junto con los piñones y todo el conjunto es una explosión de aromas y sabores, un orgasmo olfativo y gustativo, que provoca la secreción de endorfinas de placer en nuestro cerebro y nos llena de felicidad aunque sólo sea un momento.


¡¡¡BUEN PROVECHO, AMIGOS!!!



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